martes, 16 de marzo de 2010

Entre las dos y las tres...o entre las cuatro y las seis

Quiero que el sueño me bese para soñar esta noche contigo. Mañana serás tu quien me bese. Tal vez soñemos juntos. Medio dormido me despertarás a las dos, o a las tres. Me gusta que me asaltes con tus ronroneos y con la repiración entrecortada cuando el mundo hiberna y todo está oscuro. Con los ojos cerrados siento tu luz ámbar durante los minutos más sabrosos del día. Luz roja, media vuelta y desvelo.Tu respiración se apaga, la mía se enciende. Ahora soy yo quien ronronea. Me sonrío, te maldigo y te amo más. Abrazo a la almohada y con todo un despliegue de efectiva estrategia intento ganar terreno. Trepo sigilosa por colinas de tejidos sintéticos hasta asegurarme de que tu piel asfixia a la mía. Vuelvo a respirar sin arritmias. Entrelazamos las piernas. Mis pies rozan con dolo tus tobillos de impúber (¡qué gran invento los calcetines!). Y aún queda un paso más... vencer la batalla al harapiento algodón tintado que tan pocas veces me ha dejado ganar la guerra. Ahora sí. Dispuesta a cargar baterías entre capas cuadriculadas y edredón. Quedan pocas horas para la glaciación que impondrá el repicar de las tediosas campanas.

 Mensaje encriptado: Espero como agua de mayo (más bien "marzo") a que llegue el próximo viaje para poner el termostato a 28 grados. ZZZZzzzzZZZZzzzzZZZZzzzzZZZZzzzz..........

lunes, 15 de marzo de 2010

Adiós

-Venga, Está oscuro, enciende la luz.
-¿tanto miedo me tienes?
-No quiero que te equivoques pero parece que tú estas empeñado en querer equivocarte
-¿Y me equivoco?
-De pleno
-Por los viejos tiempos, antes te gustaba hacerlo a oscuras
-Tú lo has dicho “antes”. Ahora enciende la luz, por favor.
-Vale. (La coge bruscamente por el brazo y la coloca bajo un halógeno) pero ponte aquí, deja que te vea... ¡¡¡dios has cambiado tanto !!!
-No te imaginas cuánto. Pero bajo este foco no creo que se note lo bien que me sientan las arrugas.
-Estás estupenda. Ha pasado demasiado tiempo, Alicia, demasiado tiempo. ¿Por qué hemos tardado tanto en vernos? ¿Hace cuántos años que..?
-Le interrumpe- Yo formularía la pregunta de otra manera ¿Por qué hemos quedado? Aún no logro explicarmelo
-Déjame que te ayude -se dirige hacia ella y le retira el abrigo- Alicia, siempre has sido impulsiva. Te llamé, te invité, dijiste sí y una vez dicho el “sí” inicial era difícil que te echaras atrás. Eres una mujer de palabra. -Abre una botella de Sbragia Reserve Chardonnay para impresionarla-
- Eduardo, ya he bebido suficiente y con eso...no me impresionas-
-Nunca te he impresionado-
-Sí lo hiciste y la borrachera duró cinco años. La resaca otros cinco-
-¿Qué nos pasó?-
-Que eramos jóvenes -
-Lo seguimos siendo-
-Eduardo...-
-Vale, tú unos meses más. (Se acerca e intenta poner la mano sobre la de Alicia con torpeza. Alicia esquiva el ataque)-
-¿Por qué me llamaste?-
-Pensé que no habrías cambiado de teléfono, eres demasiado vaga-
-¿Por qué me llamaste?-
-Necesitaba verte, oír tu voz... He tenido la tentación de llamarte desde aquel viernes en el que me desperté sólo en la cama. Fuiste sigilosa. Retirada a la francesa y una nota en la nevera. Las llaves sobre la mesa del comedor y 900 euros de tu parte del alquiler-
-Yo...-
-No, ahora déjame seguir. Pero acompáñame al baño. Abre el armarito-
-Mis colononias, el cepillo de dientes de Lille, cremas antiarrugas... estás empezando a asustarme-
-Ven a la habitación-
-Déjalo-
-(Eduardo abre el armario y le enseña el interior del ropero)-
-Guardas aún mis abrigos... no se que pensar...esto es...-
-No te hagas ilusiones sólo guardo tus favoritos-
-Perdona pero no entiendo-
-Sí entiendes. No conservo nada más tuyo excepto las fotos que no pude romper y los recuerdos. Los buenos y los malos.-
-Ahora sí que no se que hago aquí. No tengo palabras-
- Me sustituíste rápido, Eduardo. Lo supe por Alejandro. Ni dos días pasó nuestro nido de amor sin la presencia de una zorrita de esas que tanto te gustaban-
-Alicia, una zorrita (como tú dices) tras otra, tras otra, tras otra. Estaba enfadado. Creí que así llenaría el espacio que habías dejado...y el vacío tras cada cuerpo se hacía más y más grande hasta que reparé en que era infinito... me volví a derrumbar-
-Siempre te derrumbas. Por eso me has llamado para que mamá pata cuide del patito descarriado. No, Eduardo. Te lo he advertido... te quivocas. Ya no soy esa imbécil que te esperaba con el corazón en la mano cuando llegabas de tus "viajes de trabajo".
-Eran de trabajo-
-Sí...y entre trabajo y trabajo...Miranda, Rebecca, Sussy, Mindy, Pinty y lo que cayera. Ya lo decía mi padre..."Ave que vuela...a la cazuela". Te olvidas de una cosa yo he rehecho mi vida-
-Ya, pero has venido-
-Tenía curiosidad por ver cómo te habían ido las cosas. Una curiosidad insana. Quería ver si quedaba algo de ti en mi-
-¿Y?-
-Cuando me marché supe lo que hacía aunque no del todo bien por qué. Mira... se ha hecho tarde y Pablo me estará esperando despierto-
-¿Pablo? Así se llama tu príncipe azul, el salvador de tu alma-
-¡Apártate. Estás borracho!Borracho y podrido-
-¿Sabe él que estás aquí ahora?¿eh?-
-Por supuesto. No le dije tu nombre, sólo que venía a ver a un pobre diablo. No le dije ni cuán pobre ni cuán diablo porque lo ignoraba-
-No, para no necesito eso. Por favor (intenta besarla)-
-¿Qué crees que estás haciendo?-
-Vuelve, por favor, vuelve (llora)-
-Eduardo, en el fondo esperaba que hubieses cambiado, esperaba ver a un hombre nuevo... o algo del hombre antiguo del que un día me creí enamorar. Pero...ahh...no...eso no era amor. El amor es generoso siempre y cuando la generosidad sea recíproca. Y todo lo nuestro, como bien sabes, fue unidireccional. Te pedí, te rogué... y estabas demasiado inmerso en ti. Yo sólo era un pequeño satélite de tu planeta. Nunca fui feliz-
-¿Qué te da ese moñas?-
-Todo-
-(Se sonríe) ¿Todo?-
-Vida, me insufla vida cada mañana, cada minuto... me ha descubierto, y ha hecho que me descubra-
-Se que algo queda, algo queda, Alicia... te conozco-
-No es así... pero tiempo tuviste. Me voy. Es tarde-
-(Eduardo intenta impedir que se vaya)-
-Adiós, Eduardo-
-No, adiós, no-
-Eduardo, ya no tengo llaves que dejar sobre la mesa ni parte de alquiler que pagar. Mañana será otro día y, por favor, ni se te ocurra intentar llamarme porque cambiaré de número. La tecnología ya no me da pereza -

martes, 9 de marzo de 2010

Mañana

Con la televisión como banda sonora las ideas se atropellaban. Lo hacían  para evitar que pensase en él y en ese "yoísmo" que tan poco le interesaba. Objetivo fallido. Estaba y no estaba con ella 86.400 segundos cada día. En su buhardilla el tiempo se detenía con el baile sensual de la trompeta de Chet Baker en Almost Blue. Ese baile, esa melodía y esa tristeza daban paso a una guerra que nunca tenía tregua. Blanco, todo era blanco. Siempre imaginé a qué olería su piel cuando bailaba tan abrazada a él como a la vida. Sus pies eran menudos y casi tan huesudos como sus tobillos y descansaban sobre los de su amante en cada paso de la contienda. Él acariciaba su melena ceniza  y como en un ritual le colocaba una flor en la trenza para adornar la desnudez de un alma que le hacía sentir como el Aquiles más vulnerable.  Le susurraba toda la clase de ternezas al oído para sonrojarla  y ella agachaba la cabeza y la apretaba fuerte contra su pecho cuando las velas aún no empezaban a consumirse. Un tirante, otro tirante... y el disfraz caía al suelo sin oponer resistencia colmando su cuerpo con caricias más dulces que el vino. Me pregunto quién era y a qué olía. En el suelo luchaban  hasta desfallecer y Chet Baker seguía tocando para ellos. Recuerdo cómo fijaba su mirada más allá de los cristales. Parecía  frágil, perdida y quebradiza. Agarraba sus piernas con los brazos y encogida como un ovillo empezaba a balancearse tarareando en silencio . Las velas nunca se consumían en la buhardilla. Un día le sorprendí colocando un columpio para ella en medio de la nada. Le gustaba tumbarse en la cama y verla mecerse frente a él durante horas mientras le recitaba poesías. A mi también me gustaba. Desde hace un tiempo las paredes de la buhardilla lucen granates, hay lámparas en lugar de velas, el columpio ha desaparecido para no desentonar con los muebles, ya no hay guerras sin tregua, y Chet Baker se ha venido a tocar a mi garito. Ya no acaricia una larga melena ceniza. Ya no acaricia. Una mujer mayor de cabello oscuro y con un corte  menos vulgar que su osamenta profana el pavimento que un día fue sagrado y bendecido paseando sobre él con  su cuerpo deforme y contenido. Supongo que un día se marchó sin más y se llevó la vida o la vida se la llevó a ella. Ahora está recostada sobre mi sofá marengo y con la televisión como banda sonora. Pretende hacerse la dormida para que la contemple mientras sus ideas se atropellan. Lo hacen para evitar que piense en él y en ese "yoísmo" que tan poco le interesaba. Objetivo fallido. Está y no está con ella 86.400 segundos cada día pero se que mañana serán 8.399. Le compraré un columpio a sabiendas de que tendré seguir imaginando a qué olía cuando era feliz en sus brazos.