Siempre les he profesado una devoción cuasi obsesiva a los supermercados. ¿Qué abre uno nuevo? Allí me planto (pero una es una sibarita y tiene, claro está, sus predilectos). Soy el conejillo de indias perfecto para los directivos de marketing de las empresas publicitarias, conmigo todo funciona, identifico la treta, me doy una palmadita en la espalda y... y extiendo el brazo. ¿Carrito o cesta? Depende de a qué altura de mes estemos. ¡¡¡Uyyy como toque carritooo!!! Primera sección: Guarradas. Con guarradas me refiero, en primer lugar, al orgásmico mundo del chocolate.
Requisito mínimo: que tenga leche. Una vez cumplido...¡a soñar! Últimamente el mundo alpino de Milka se lleva la palma. Parece que me leen el pensamiento ¡y con cierre fácil y todo! Sí señor, así se hacen las cosas. Tabletas que proporcionan 300 gramos de placer. Toffe Caramelo y avellanas, trufa y almendras, Triolade, relleno de crema de fresa, con avellanas enteras -llegados a este punto os vendrá a la memoria la famosa escena de Forrest Gump en la que Bubba empieza a enumerar las posibles formas de cocinar gambas y notaréis cómo el miedo os invadeeee- (hacéis bien, porque sigue), choco-swing de barquillo, de cookie y de galleta... en la categoría intermedia, 160 gramos, nos encontramos con los Tendres Moments rellenitos de mousse de chocolate, avellanas o cappuccino. Por último está la tableta "peso pluma": "Con 80 gramos de peso y un montón de suaves y cremosas burbujas, demos la bienvenida a... Lufflé".
Después del chocolate me dirijo en trance y la mar de feliz a la sección de cafés con mi cafetera Dolce Gusto en mente y ... ¡arraso! Pero como no quiero hacerle feos a ninguna marca no me olvido tampoco de adquirir Cappuccinos de vainilla y caramelo.
Cerca están los cereales. Me vuelven loca. me gustan todos. Esas almohadillas rellenas de cremita, los de canela, los de avena, los Special K con todas sus declinaciones frutales, Frosties, Smacks... Cuánto echo de menos los "Lucky Charms".
Siguiente paso: Bebidas. Coca- Cola ZERO por metros cúbicos. Fanta Naranja ZERO, Fanta Limón ZERO, Sweppes de kiwi, naranja sanguina y de lo que haga falta... y por si me deshidrato zumitos de esos que contienen todas las frutas impronunciables del mundo mundial con, por lo menos, doscientas mil vitaminas tan impronunciables como los nombres de las frutas.
En ese preciso instante comienzo a sentir una vergüenza del tamaño del Empire State y me siento obligada a adquirir eso que se llaman "básicos" y que, básicamente, no me proporcionan ningún tipo de sensación mística. Huevos XXL (como los de Bardém... da igual si los de Pilar o los de Javier), leche desnatada embotellada, pan de molde, mermelada de arándanos, frambuesa o frutas del bosque, nata líquida light, carne picada, pechuguitas de pollo, tournedó, jamoncito ibérico, quesos por doquier... y... de pronto, diviso en lontananza... ¡Nooooooooooooo!... la sección verde que siempre se pone más verde -si cabe- en mi nevera. Digamos que cultivo nuevas especies de microbios resistentes al frío. Rúcula, Canónigos, lechuga Iceberg, endivias, tomatitos cherry en rama, cebolla roja, pepino,patatas, zanahorias baby carrot, piña, kiwis amarillos, granadas, cerezas, sandías y melones cantaloupe, frambuesas (en temporada)... ¡Basta ya!
Como ya he sido buena, puedo empezar de nuevo a ser mala. ¡¡¡¡Pasta!!!, tortillas para hacer fajitas, guacamole, salsa tex-mex, salsa de burritos, salsa de queso, humus..... y me falta la sección de congelados... pizza gordota americana Findus, pizzas Dr. Oetker, crépes rellenos de jamón y queso, panecillos gourmet para hornear, sorbete de limón, helado de turrón... ñam-ñam
Pero una es muy limpita (corporalmente hablando porque desconozco totalmente las técnicas de limpieza del hogar y los productos y útiles con los que se llevan a cabo) y empieza a pensar en champús para el pelito -Elvive tiene uno nuevo antirotura estupendo-, mascarillas, suavizantes, sérums, toallitas desmaquillantes, gel de cuerpo de granada, de chocolate, pasta de dientes de peques...
A buscar caja. Mentalmente ya he realizado un cálculo absurdo que ayuda a mi autoengaño y consiste en redondear a lo bestia el precio de cada producto porque así cuando veo que son cincuenta euros menos en la caja me sonrío pensando en lo buena chica que he sido y en lo cara que pese a mi triquiñuela está la vida. Pero ya sabemos que sólo el hombre tropieza dos veces con la misma piedra, y por mi condición de fémina, añado que tal vez el hombre tropiece dos veces con la misma piedra... pero lo sí es seguro es que la mujer tropezará quinientas porque irremediablemente...."SEMOS ASÍN". Por cierto, ¿algún voluntari@ para hacer la compra conmigo?
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