domingo, 12 de diciembre de 2010
"Caperucita Roja" I
Mañana se cumplirá una semana desde que iniciamos el retorno a la realidad. Y vaya si lo hicimos. Lo hicimos sin remedio como en un cursillo intensivo. Desde entonces, cada vez que enciendo el ordenador, me impongo la misión de plasmar las impresiones de las que me empapé cruzando los océanos junto a ti. Sabes que soy vagoneta cuando no se trata de trabajo y que la pereza suele ganarle el pulso a la voluntad con demasiada frecuencia. He de confesar, como casi siempre, que tenías razón ó mejor dicho, tenías "parcialmente" razón. Me entusiasmaron las contradicciones del país y las de las gentes que lo sufren con una esperanza virgen y envidiable. Nunca podré olvidar cómo un día terminé descalza y sentada sobre una banqueta roja de madera innoble llena de desconchones en un lugar de reparación de zapatos deshauciados que esperaban como los míos algún remiendo redentor. Era medio día y tu permanecías de pie frente a mi con una paciencia impaciente. El sol castigaba testa y espalda a través del jersey granate monacal que llevabas atado sobre los hombros como el niño bueno que eres casi siempre. El sudor hacía que elevases con el dedo corazón la maltrecha montura de las gafas que descendía fastidiona por tu apéndice nasal cada dos por tres. Yo miraba lo que a contraluz podía estudiar de ti, miraba los cadáveres apilados de cuero, polipiel y plástico. Miraba al peletero mientras conversábais animadamente más de lo humano que de lo divino. Todo olía al pan recién hecho que confeccionaban a modo casero en la repostería que estaba cruzando la calle. Me fijé en los parkimetros y pensé que sería fantástico intentar sustraer uno de los dos que poblaban lo que tal vez tiempo atrás fue una acera porque podrían aportar un toque innegablemente vintage y snob a cualquier lugar en el que los depositases - sólo los había visto en películas-. Me fijé en el chico guadiana que fruncía el ceño cuando fue en busca del refresco que se le había antojado al maestro peletero con una experiencia acumulada de diez días -que resultaron ser diez años- y me fijé en su ceño fruncido una vez cumplida la encomienda y dos segundos antes de desaparecer de nuestras vidas para siempre. El sol también sudaba. Un hombre con más apareciencia de "gringo" de lo que se estila en esa zona de la ciudad venía a comprar cola a granel, interrumpía el trabajo del maestro peletero con las tapas de mis zapatos y vuestra conversación e iniciaba otra bien distinta en la que no se peleaban pese a que la cola que caía sobre el continente blanquecino era más densa de lo que el cliente deseaba. Los pesos justos y arreglado. Debieron pasar casi treinta minutos hasta que mis botas revivieron gracias al arte del amanuense, a los clavos, a la cola demasiado densa, a las tapas de excelente factura estadounidense y a tu paciancia impaciente. Caminando siempre firme sobre mis renovadas suelas y orgullosa de tu mano proseguimos la travesía hacia la iglesia que hacía esquina con la peletería. Entramos asfixiados, tú con el jersey granate monacal sobre los hombros y yo con mis trencitas. Nos sentamos con las manos entrelazadas en el tercer banco y quise pensar que con los ojos cerrados pedimos lo mismo
miércoles, 24 de noviembre de 2010
Sonetos
"... ¿No huye el corazón, Ágata, muchas veces de ti,
Lejos del negro océano de la ciudad inmunda,
Hacia otra donde estalla, súbito, el esplendor,
Azul, profundo, claro cual la virginidad?
¿No huye el corazón, Ágata, muchas veces de ti?..."
Baudelaire, Charles, Moesta et Errabunda
No tengo paciencia para escribir sonetos ni probablemente talento para hacerlo. Talento. Lo he intentado. Lo intento varias veces a la semana cuando estoy sóla. Aunque todos estamos permanentemente sólos -de una forma u otra-... no lo intento cada día. Pienso que, tal vez, el corsé de la métrica pueda asfixiar mis miedos, exorcizar mis demonios que se reproducen a ritmo de lepóridos. Me consumen...y no opongo resistencia. Hay quien encuentra placer en el poliedro de la autodestrucción. Poco a poco todo se ha diluído y quienes se han querido quedar en breve se irán. No tengo paciencia para escribir sonetos ni probablemente talento para hacerlo y la paciencia es finita. Si no se van me iré yo
Lejos del negro océano de la ciudad inmunda,
Hacia otra donde estalla, súbito, el esplendor,
Azul, profundo, claro cual la virginidad?
¿No huye el corazón, Ágata, muchas veces de ti?..."
Baudelaire, Charles, Moesta et Errabunda
No tengo paciencia para escribir sonetos ni probablemente talento para hacerlo. Talento. Lo he intentado. Lo intento varias veces a la semana cuando estoy sóla. Aunque todos estamos permanentemente sólos -de una forma u otra-... no lo intento cada día. Pienso que, tal vez, el corsé de la métrica pueda asfixiar mis miedos, exorcizar mis demonios que se reproducen a ritmo de lepóridos. Me consumen...y no opongo resistencia. Hay quien encuentra placer en el poliedro de la autodestrucción. Poco a poco todo se ha diluído y quienes se han querido quedar en breve se irán. No tengo paciencia para escribir sonetos ni probablemente talento para hacerlo y la paciencia es finita. Si no se van me iré yo
viernes, 15 de octubre de 2010
Mujeres y Hombres y Viceversa ORO
Ayer vagueando en el sofá y frente al televisor decidí ingerir el veneno que nos proponía uno de los canales clónicos de Tele Cinco. Emma García era la conductora -ya me estaba frotando las manos- y dada su trayectoria errática tendente a deleznable ó deleznable tirando a ominosa... la cosa prometía. Se trataba de una versión de un programa de estos sesudos que ella misma presenta a diario "Mujeres y Hombres y Viceversa". Un espacio en el que una caterva de jóvenes descerebrados (nadie sobrepasa los 27 pero aparentan tod@s 40) busca el "AMOR VERDADERO" ante las cámaras y a ritmo de discoteca entre un desfile descontrolado de feromonas, estrógenos, gimnasios, bótox, colágeno, sudor, silicona y extensiones capilares sintéticas. Que se presten a semajante babayada semejantes babayos en edad de merecer es natural. ¿Pero qué me dicen si quienes se someten a tamaña aberración son abuelillos de casi 80 años? Parece que en esta sociedad anestesiada ni nuestros mayores pueden mantener la cabeza sobre los hombros. El espectáculo era grotesco. Como una gran tómbola con banda sonora de verbena en la que el premio gordo no era otro que dehacerse de la soledad en público, de mala manera y por la puerta de atrás. Unos se repartían a unas y unas a unos. -Debe ser por eso por lo que en el título del programa incluyen la palabra"viceversa"- Cuando alguien daba calabazas a alguien, por ejemplo, Pablito a Carmencita, Carmencita decía: "No pasa nada porque a mi tampoco me gusta. Lo que pasa es que como somos del mismo pueblo...era por tener algo en común. Nada más. No era mi primera opción ya tenía yo fichado a otro. El que me gusta a mi es Zutandito". Pero, los designios del destino parecían ser siempre poco favorables a los ¿¿¿"concursantes"??? y Zutandito ya había sentido por lo menos siete flechazos en 15 minutos antes de terminar accediendo como si de un castigo se tratase a las pretensiones de Carmencita. A Carmencita la habían reclamado ya Filomeno, Eustaquio, Abelendo, Sigfrido, Petrolino, Juventino y Ceferino... pero a todos había rechazado porque sólo se sentía atraída sexualmente y a sus setenta y tantos, por machos menos.. "maduros"... que ella. A todos menos a Juventino que honorando a su nombre y afligido por el mismo mal que corroía a Carmencita necesitaba mujeres núbiles y no vestas pero sí muy bastas como "La Ambrosia". Pero "La Ambrosia" nada que ver con "Ambrosía" era capitulo aparte. A Petrolino el huerto de calabazas que Carmencita le había plantado en un plis no le había importado en absoluto porque su primera opción era Brigida, las más jóven de las zagalas. Brigida interrogaba en profundidad a Petrolino (que era físicamente un hombre muy poco agraciado con ademanes de esos que te hacen intuír certeramente que cuando cierran todos los desguaces del vecindario migra cual ave rapaz a las disotecas del extrarradio en busca de jovencitas distraídas y ebrias, para terminar a las 6 de la mañana jodido como cada sábado por haber terminado invirtiendo parte de la pensión en 7 minuticos de amor mercenario). "Petrolino, ¿y a ti te gusta salir a bailar? Porque mira que si no... lo nuestro es imposible". A lo que Petrolino contestaba: "Por supuesto que me gusta el baile. Salgo 5 días a la semana". Brígida afirmaba con desdén mientras se atusaba los pelos (no puedo decir melena porque faltaría a la verdad): "Pues menos mal, porque cuando salgo sóla los hombres SE ME COMEN". Y ¡¡¡ZAS!!!Ahí Emma con su dentadura alicatada hasta la encía cual Cupido con sus flechas, incrustando, lanzando y esquivando las sagitas del AMOR VERDADERO en sus corazones y en nuestras pantallas. Tal vez este Domingo, si no tengo ganas de trabajar, me concecte de nuevo a Tele Cinco para contemplar desde la barrera, como convierten sin el más mínimo escrúpulo, la vida de estos pobrecillos en espectáculo. Como decía mi padre: "Oro, de lo que caga el moro".
viernes, 8 de octubre de 2010
La vida entre dos páginas
"I only know what I know
the passing years will show
you’ve kept my love
so young, so new (...)" TIME AFTER TIME
Tal vez sea mi último invierno. Pero he vivido muchos, muchos inviernos. El pulso falla, echar a andar cuesta demasiado y la memoria se ha convertido en una tirana caprichosa. No queda ya nadie por velar ni nadie que vele por mi. Cada día se hace más largo, el vacío más intenso y los espacios más amplios. Todo sobra. Ha pasado una vida, la mía. Y no he hecho grandes cosas.
Llevo una semana ojeando fotografías, algunas incluso más viejas que yo y, cerrando un álbum tras otro como si fueran los capítulos de un libro que nunca más volveré a abrir. En ellas aparecían mis padres el día en el que decidieron ser uno, los abuelos a los que nunca conocí, mi tía hippy practicando espeleología y mi hermana con su melena rubia y generosa tumbada en una playa sonriendo con picardía a quién demonios estuviese reclamándola tras el objetivo. He visto manadas de pastores alemanes, a mis sobrinos recién nacidos, de adolescentes y con su prole, antiguas reuniones familiares en "La Pizca", a mis primos jugando con mis juguetes el día de reyes, pasteles de cumpleaños propios y ajenos. Fiestas, muchas fiestas. También pude recordar cómo eran mis compañeras de colegio y de Universidad. He sido de nuevo testigo de sus bodas, de sus divorcios e incluso de alguna que otra aventurilla extramarital con las que endulzaban el tedio de sus vidas.
El último tomo contenía exclusivamente fotografías de viajes y cartas de amor y desamor recibidas. Las más sonrrojantes, por cierto, resultaron ser de mi autoría, las que nunca llegué a enviar. En ese momento no pude evitar pensar por un instante que, tal vez, tanto desdén, se había erigido como la principal causa de mi soledad. Ya estaba a punto de concluir el tour en imágnes por las vivencias que el olvido tornó cálidas y ... apareció un marcapáginas. Uno que un día fueron seis cuando la piel no arrugaba. Lo extraje temblorosa de la funda que lo preservaba del tiempo. Lo olí, lo acerqué al pecho y lo besé como si haciéndolo volviese a mi lo que nunca pude tener y lloré. Con los los ojos más empañados que los cristales de las gafas, me levanté del salón como pude y a duras penas avancé hasta un cuartucho polvoriento lleno de recuerdos, vinilos de Baker y pinceles resecos. Busqué una agenda tan vieja como yo y la encontré. Su número estaba borroso pero escrito con trazo firme, y con la firmeza del trazo decidí, por primera vez... ser dómita y responder a la voz mi dueño... pero mi dueño nunca respondió. Era demasasiado tarde. No se si este va a ser mi último invierno pero desde luego será el más frío.
the passing years will show
you’ve kept my love
so young, so new (...)" TIME AFTER TIME
Tal vez sea mi último invierno. Pero he vivido muchos, muchos inviernos. El pulso falla, echar a andar cuesta demasiado y la memoria se ha convertido en una tirana caprichosa. No queda ya nadie por velar ni nadie que vele por mi. Cada día se hace más largo, el vacío más intenso y los espacios más amplios. Todo sobra. Ha pasado una vida, la mía. Y no he hecho grandes cosas.
Llevo una semana ojeando fotografías, algunas incluso más viejas que yo y, cerrando un álbum tras otro como si fueran los capítulos de un libro que nunca más volveré a abrir. En ellas aparecían mis padres el día en el que decidieron ser uno, los abuelos a los que nunca conocí, mi tía hippy practicando espeleología y mi hermana con su melena rubia y generosa tumbada en una playa sonriendo con picardía a quién demonios estuviese reclamándola tras el objetivo. He visto manadas de pastores alemanes, a mis sobrinos recién nacidos, de adolescentes y con su prole, antiguas reuniones familiares en "La Pizca", a mis primos jugando con mis juguetes el día de reyes, pasteles de cumpleaños propios y ajenos. Fiestas, muchas fiestas. También pude recordar cómo eran mis compañeras de colegio y de Universidad. He sido de nuevo testigo de sus bodas, de sus divorcios e incluso de alguna que otra aventurilla extramarital con las que endulzaban el tedio de sus vidas.
El último tomo contenía exclusivamente fotografías de viajes y cartas de amor y desamor recibidas. Las más sonrrojantes, por cierto, resultaron ser de mi autoría, las que nunca llegué a enviar. En ese momento no pude evitar pensar por un instante que, tal vez, tanto desdén, se había erigido como la principal causa de mi soledad. Ya estaba a punto de concluir el tour en imágnes por las vivencias que el olvido tornó cálidas y ... apareció un marcapáginas. Uno que un día fueron seis cuando la piel no arrugaba. Lo extraje temblorosa de la funda que lo preservaba del tiempo. Lo olí, lo acerqué al pecho y lo besé como si haciéndolo volviese a mi lo que nunca pude tener y lloré. Con los los ojos más empañados que los cristales de las gafas, me levanté del salón como pude y a duras penas avancé hasta un cuartucho polvoriento lleno de recuerdos, vinilos de Baker y pinceles resecos. Busqué una agenda tan vieja como yo y la encontré. Su número estaba borroso pero escrito con trazo firme, y con la firmeza del trazo decidí, por primera vez... ser dómita y responder a la voz mi dueño... pero mi dueño nunca respondió. Era demasasiado tarde. No se si este va a ser mi último invierno pero desde luego será el más frío.
viernes, 3 de septiembre de 2010
Albahaca fresca y tomates recién cortados
Desde que he regresado acostumbro a cerrar los ojos con compulsión. No los cierro para dormir sino para soñar con el aroma de la albahaca fresca y los tomates recién cortados. No se si fue lo mágico del emplazamiento o la magia entre los dos. Sólo se que me resistí a volver y, en cierto modo, aún no lo he hecho. Cada vez que los abro no puedo evitar sentir lástima de mi misma. Agonizo trescientos cincuenta días para poder inhalar aire sin respiración asistida durante quince. Consigo lanzar a un abismo tan profundo como caduco mi vida y construyo a velocidad de vértigo una ficción que me impongo real siendo perfectamente consciente y preferiblemente inconsciente de que todo ha sido desde el principio un sueño en tiempo de descuento. Pero... ¡qué dulce es soñar contigo y qué amargo no soñar junto a ti!
jueves, 13 de mayo de 2010
"El cuello más hermoso del mundo"
El cuello de la mujer es su talón de Aquiles. No dudéis en besarlo dulcemente para cambiar su humor cambiante. No dudéis en exagerar su belleza porque siempre supondrá un halago para quien os escucha. Bien distinto será el resultado que obtendréis al alabar generosamente otras partes de la anatomía femenina, estaréis haciendo malabares sobre una delgada línea minada por infinitas susceptibilidades. Retirad el cabello, si por fortuna hay cabello que retirar. Acercáos con sigilos y susurros para que los remilgos se conviertan en ronrroneos. Acariciadlo con la nariz y recorredlo con los labios sin premura y el verdugo se tornará en víctima en un agónico y delicado proceso que culmina en estremecimiento.
"Pero"... toda regla tiene su excepción Sólo en una ocasión desee que alguien no dedicase loas a mi cuello. ¡Pobre de mi! El temido momento llegó y lo hizo en medio de la contienda amorosa. Mi cuello, dejó de ser "el cuello más hermoso del mundo" para convertirse en gaznate. Desde entonces adoro las estaciones que me permiten esconderlo con bufandas, pashminas o pañuelos.
"Pero"... toda regla tiene su excepción Sólo en una ocasión desee que alguien no dedicase loas a mi cuello. ¡Pobre de mi! El temido momento llegó y lo hizo en medio de la contienda amorosa. Mi cuello, dejó de ser "el cuello más hermoso del mundo" para convertirse en gaznate. Desde entonces adoro las estaciones que me permiten esconderlo con bufandas, pashminas o pañuelos.
martes, 20 de abril de 2010
Cafetería
El primer día de trabajo en la cafetería ha sido un desastre. Menos mal que es una de esas cafeterías pijas en las que lo más duro no resuta agacharte a recoger lo que la gente tira, escupe, esconde o desprecia...no, en este caso lo peor es lidiar con las manías absurdas que la gente absurda tiene y exagera para sentirse mejor. Azúcar o sacarina, blanca o morena, normal o gourmet, leche de soja, desnatada, semi....Cafe Bresil sul de Minas, Café Le Grand Reserve, Café Pur Kenya, Café Blue Montain... ¿¡¡¡Uffff!!!!demasiado para cualquiera. Total... sólo serán unos meses hasta que encuentre algo mejor. No me pagan del todo mal ( teniendo en cuenta que serán sólo cinco horas). Hay que pagar las facturas y desde que se ha ido... estoy sóla. Bueno, siempre lo he estado. La encargada no está del todo mal. Creo que no va a dar problemas. Ronda los cuarenta y parece que tiene incontinencia urinaria o algo así porque cada 45 minutos se va al baño y vuelve veinte minutos después con una capa más de maquillaje sobre el maquillaje del maquillaje. "Tunnea" discretamente su uniforme para que los clientes reparen en que : 1)Está receptiva aceptar posibles propuestas y 2) ocupa un rango superior al nuestro. Rocío, se llama Rocío. A Rocío la ha venido a recoger un maromazo de su edad, con más músculos que en un episodio de "La Vida es Así", un BMW de esos de revista y deslumbrando con su traje de diseño hiper apretado y carísimo. Muy relamido él en sus andares, y muy grosero con la mirada. Una compañera, Eva, me ha asegurado que es su nuevo novio y que pese a que se conocen desde hace un par de meses ella siente que es el hombre de su vida. Eva lo ha dicho con malicia para hacerme entender que no era la primera vez que oiríamos tales palabras en boca de la jefa. Es la típica historia de alguien con un c.v como el suyo... supongo. Camarera de baretos en la juventud, modelo de supermercado en la adolescencia, encargada de una tienda de ropa en la madurez... este es el colofón de una trayectoria llena de triunfos. Amanda, se tendría que haber llamado Amanda. Le pega Amanda...................TO BE CONTINUED.............
viernes, 9 de abril de 2010
Primaveras
Los inviernos pasan cada vez más fríos y dejan sin oponer resistencia que el trono sea ocupado por primaveras cada vez menos cálidas. Pero, desafortunadamente, en algunas ocasiones, y afortunadamente en otras, nos queda grabado a fuego su recuerdo como si de un sacramento se tratase. Recordamos el olor, la luz y esa canción que nos hacía vibrar cuando inconscientes queríamos que llegasen los veranos. ¡Si el tiempo pudiese detenerse, si pudiésemos someterlo a los caprichos de la voluntad! Yo, retrocedería. Me aferraría a la piel tersa, a la ausencia de maquillaje, a los vaqueros con camisetas blancas de algodón. Me abrazaría a ti, y a ti, a ti también... a ti no. Deshojaría margaritas, dejaría que me cepillases el pelo mojado y que me adorases como yo te adoraría a ti. Olería la hierba que nunca ha vuelto a oler igual, y me enterraría en la arena que nunca me gustó pisar. Comería los helados que no comí y me pelearía con las reglas a las que no me atreví a golpear. Qué error tan grande querer crecer y hacerlo a destiempo, qué error tan grande querer recuperar la pureza de la que no te cansabas de renegar. Y así...error tras error, tras error...sobreviene el desastre que deglutimos como podemos con el antídoto venenoso del recuerdo.
martes, 16 de marzo de 2010
Entre las dos y las tres...o entre las cuatro y las seis
Quiero que el sueño me bese para soñar esta noche contigo. Mañana serás tu quien me bese. Tal vez soñemos juntos. Medio dormido me despertarás a las dos, o a las tres. Me gusta que me asaltes con tus ronroneos y con la repiración entrecortada cuando el mundo hiberna y todo está oscuro. Con los ojos cerrados siento tu luz ámbar durante los minutos más sabrosos del día. Luz roja, media vuelta y desvelo.Tu respiración se apaga, la mía se enciende. Ahora soy yo quien ronronea. Me sonrío, te maldigo y te amo más. Abrazo a la almohada y con todo un despliegue de efectiva estrategia intento ganar terreno. Trepo sigilosa por colinas de tejidos sintéticos hasta asegurarme de que tu piel asfixia a la mía. Vuelvo a respirar sin arritmias. Entrelazamos las piernas. Mis pies rozan con dolo tus tobillos de impúber (¡qué gran invento los calcetines!). Y aún queda un paso más... vencer la batalla al harapiento algodón tintado que tan pocas veces me ha dejado ganar la guerra. Ahora sí. Dispuesta a cargar baterías entre capas cuadriculadas y edredón. Quedan pocas horas para la glaciación que impondrá el repicar de las tediosas campanas.
Mensaje encriptado: Espero como agua de mayo (más bien "marzo") a que llegue el próximo viaje para poner el termostato a 28 grados. ZZZZzzzzZZZZzzzzZZZZzzzzZZZZzzzz..........
Mensaje encriptado: Espero como agua de mayo (más bien "marzo") a que llegue el próximo viaje para poner el termostato a 28 grados. ZZZZzzzzZZZZzzzzZZZZzzzzZZZZzzzz..........
lunes, 15 de marzo de 2010
Adiós
-Venga, Está oscuro, enciende la luz.
-¿tanto miedo me tienes?
-No quiero que te equivoques pero parece que tú estas empeñado en querer equivocarte
-¿Y me equivoco?
-De pleno
-Por los viejos tiempos, antes te gustaba hacerlo a oscuras
-Tú lo has dicho “antes”. Ahora enciende la luz, por favor.
-Vale. (La coge bruscamente por el brazo y la coloca bajo un halógeno) pero ponte aquí, deja que te vea... ¡¡¡dios has cambiado tanto !!!
-No te imaginas cuánto. Pero bajo este foco no creo que se note lo bien que me sientan las arrugas.
-Estás estupenda. Ha pasado demasiado tiempo, Alicia, demasiado tiempo. ¿Por qué hemos tardado tanto en vernos? ¿Hace cuántos años que..?
-Le interrumpe- Yo formularía la pregunta de otra manera ¿Por qué hemos quedado? Aún no logro explicarmelo
-Déjame que te ayude -se dirige hacia ella y le retira el abrigo- Alicia, siempre has sido impulsiva. Te llamé, te invité, dijiste sí y una vez dicho el “sí” inicial era difícil que te echaras atrás. Eres una mujer de palabra. -Abre una botella de Sbragia Reserve Chardonnay para impresionarla-
- Eduardo, ya he bebido suficiente y con eso...no me impresionas-
-Nunca te he impresionado-
-Sí lo hiciste y la borrachera duró cinco años. La resaca otros cinco-
-¿Qué nos pasó?-
-Que eramos jóvenes -
-Lo seguimos siendo-
-Eduardo...-
-Vale, tú unos meses más. (Se acerca e intenta poner la mano sobre la de Alicia con torpeza. Alicia esquiva el ataque)-
-¿Por qué me llamaste?-
-Pensé que no habrías cambiado de teléfono, eres demasiado vaga-
-¿Por qué me llamaste?-
-Necesitaba verte, oír tu voz... He tenido la tentación de llamarte desde aquel viernes en el que me desperté sólo en la cama. Fuiste sigilosa. Retirada a la francesa y una nota en la nevera. Las llaves sobre la mesa del comedor y 900 euros de tu parte del alquiler-
-Yo...-
-No, ahora déjame seguir. Pero acompáñame al baño. Abre el armarito-
-Mis colononias, el cepillo de dientes de Lille, cremas antiarrugas... estás empezando a asustarme-
-Ven a la habitación-
-Déjalo-
-(Eduardo abre el armario y le enseña el interior del ropero)-
-Guardas aún mis abrigos... no se que pensar...esto es...-
-No te hagas ilusiones sólo guardo tus favoritos-
-Perdona pero no entiendo-
-Sí entiendes. No conservo nada más tuyo excepto las fotos que no pude romper y los recuerdos. Los buenos y los malos.-
-Ahora sí que no se que hago aquí. No tengo palabras-
- Me sustituíste rápido, Eduardo. Lo supe por Alejandro. Ni dos días pasó nuestro nido de amor sin la presencia de una zorrita de esas que tanto te gustaban-
-Alicia, una zorrita (como tú dices) tras otra, tras otra, tras otra. Estaba enfadado. Creí que así llenaría el espacio que habías dejado...y el vacío tras cada cuerpo se hacía más y más grande hasta que reparé en que era infinito... me volví a derrumbar-
-Siempre te derrumbas. Por eso me has llamado para que mamá pata cuide del patito descarriado. No, Eduardo. Te lo he advertido... te quivocas. Ya no soy esa imbécil que te esperaba con el corazón en la mano cuando llegabas de tus "viajes de trabajo".
-Eran de trabajo-
-Sí...y entre trabajo y trabajo...Miranda, Rebecca, Sussy, Mindy, Pinty y lo que cayera. Ya lo decía mi padre..."Ave que vuela...a la cazuela". Te olvidas de una cosa yo he rehecho mi vida-
-Ya, pero has venido-
-Tenía curiosidad por ver cómo te habían ido las cosas. Una curiosidad insana. Quería ver si quedaba algo de ti en mi-
-¿Y?-
-Cuando me marché supe lo que hacía aunque no del todo bien por qué. Mira... se ha hecho tarde y Pablo me estará esperando despierto-
-¿Pablo? Así se llama tu príncipe azul, el salvador de tu alma-
-¡Apártate. Estás borracho!Borracho y podrido-
-¿Sabe él que estás aquí ahora?¿eh?-
-Por supuesto. No le dije tu nombre, sólo que venía a ver a un pobre diablo. No le dije ni cuán pobre ni cuán diablo porque lo ignoraba-
-No, para no necesito eso. Por favor (intenta besarla)-
-¿Qué crees que estás haciendo?-
-Vuelve, por favor, vuelve (llora)-
-Eduardo, en el fondo esperaba que hubieses cambiado, esperaba ver a un hombre nuevo... o algo del hombre antiguo del que un día me creí enamorar. Pero...ahh...no...eso no era amor. El amor es generoso siempre y cuando la generosidad sea recíproca. Y todo lo nuestro, como bien sabes, fue unidireccional. Te pedí, te rogué... y estabas demasiado inmerso en ti. Yo sólo era un pequeño satélite de tu planeta. Nunca fui feliz-
-¿Qué te da ese moñas?-
-Todo-
-(Se sonríe) ¿Todo?-
-Vida, me insufla vida cada mañana, cada minuto... me ha descubierto, y ha hecho que me descubra-
-Se que algo queda, algo queda, Alicia... te conozco-
-No es así... pero tiempo tuviste. Me voy. Es tarde-
-(Eduardo intenta impedir que se vaya)-
-Adiós, Eduardo-
-No, adiós, no-
-Eduardo, ya no tengo llaves que dejar sobre la mesa ni parte de alquiler que pagar. Mañana será otro día y, por favor, ni se te ocurra intentar llamarme porque cambiaré de número. La tecnología ya no me da pereza -
-¿tanto miedo me tienes?
-No quiero que te equivoques pero parece que tú estas empeñado en querer equivocarte
-¿Y me equivoco?
-De pleno
-Por los viejos tiempos, antes te gustaba hacerlo a oscuras
-Tú lo has dicho “antes”. Ahora enciende la luz, por favor.
-Vale. (La coge bruscamente por el brazo y la coloca bajo un halógeno) pero ponte aquí, deja que te vea... ¡¡¡dios has cambiado tanto !!!
-No te imaginas cuánto. Pero bajo este foco no creo que se note lo bien que me sientan las arrugas.
-Estás estupenda. Ha pasado demasiado tiempo, Alicia, demasiado tiempo. ¿Por qué hemos tardado tanto en vernos? ¿Hace cuántos años que..?
-Le interrumpe- Yo formularía la pregunta de otra manera ¿Por qué hemos quedado? Aún no logro explicarmelo
-Déjame que te ayude -se dirige hacia ella y le retira el abrigo- Alicia, siempre has sido impulsiva. Te llamé, te invité, dijiste sí y una vez dicho el “sí” inicial era difícil que te echaras atrás. Eres una mujer de palabra. -Abre una botella de Sbragia Reserve Chardonnay para impresionarla-
- Eduardo, ya he bebido suficiente y con eso...no me impresionas-
-Nunca te he impresionado-
-Sí lo hiciste y la borrachera duró cinco años. La resaca otros cinco-
-¿Qué nos pasó?-
-Que eramos jóvenes -
-Lo seguimos siendo-
-Eduardo...-
-Vale, tú unos meses más. (Se acerca e intenta poner la mano sobre la de Alicia con torpeza. Alicia esquiva el ataque)-
-¿Por qué me llamaste?-
-Pensé que no habrías cambiado de teléfono, eres demasiado vaga-
-¿Por qué me llamaste?-
-Necesitaba verte, oír tu voz... He tenido la tentación de llamarte desde aquel viernes en el que me desperté sólo en la cama. Fuiste sigilosa. Retirada a la francesa y una nota en la nevera. Las llaves sobre la mesa del comedor y 900 euros de tu parte del alquiler-
-Yo...-
-No, ahora déjame seguir. Pero acompáñame al baño. Abre el armarito-
-Mis colononias, el cepillo de dientes de Lille, cremas antiarrugas... estás empezando a asustarme-
-Ven a la habitación-
-Déjalo-
-(Eduardo abre el armario y le enseña el interior del ropero)-
-Guardas aún mis abrigos... no se que pensar...esto es...-
-No te hagas ilusiones sólo guardo tus favoritos-
-Perdona pero no entiendo-
-Sí entiendes. No conservo nada más tuyo excepto las fotos que no pude romper y los recuerdos. Los buenos y los malos.-
-Ahora sí que no se que hago aquí. No tengo palabras-
- Me sustituíste rápido, Eduardo. Lo supe por Alejandro. Ni dos días pasó nuestro nido de amor sin la presencia de una zorrita de esas que tanto te gustaban-
-Alicia, una zorrita (como tú dices) tras otra, tras otra, tras otra. Estaba enfadado. Creí que así llenaría el espacio que habías dejado...y el vacío tras cada cuerpo se hacía más y más grande hasta que reparé en que era infinito... me volví a derrumbar-
-Siempre te derrumbas. Por eso me has llamado para que mamá pata cuide del patito descarriado. No, Eduardo. Te lo he advertido... te quivocas. Ya no soy esa imbécil que te esperaba con el corazón en la mano cuando llegabas de tus "viajes de trabajo".
-Eran de trabajo-
-Sí...y entre trabajo y trabajo...Miranda, Rebecca, Sussy, Mindy, Pinty y lo que cayera. Ya lo decía mi padre..."Ave que vuela...a la cazuela". Te olvidas de una cosa yo he rehecho mi vida-
-Ya, pero has venido-
-Tenía curiosidad por ver cómo te habían ido las cosas. Una curiosidad insana. Quería ver si quedaba algo de ti en mi-
-¿Y?-
-Cuando me marché supe lo que hacía aunque no del todo bien por qué. Mira... se ha hecho tarde y Pablo me estará esperando despierto-
-¿Pablo? Así se llama tu príncipe azul, el salvador de tu alma-
-¡Apártate. Estás borracho!Borracho y podrido-
-¿Sabe él que estás aquí ahora?¿eh?-
-Por supuesto. No le dije tu nombre, sólo que venía a ver a un pobre diablo. No le dije ni cuán pobre ni cuán diablo porque lo ignoraba-
-No, para no necesito eso. Por favor (intenta besarla)-
-¿Qué crees que estás haciendo?-
-Vuelve, por favor, vuelve (llora)-
-Eduardo, en el fondo esperaba que hubieses cambiado, esperaba ver a un hombre nuevo... o algo del hombre antiguo del que un día me creí enamorar. Pero...ahh...no...eso no era amor. El amor es generoso siempre y cuando la generosidad sea recíproca. Y todo lo nuestro, como bien sabes, fue unidireccional. Te pedí, te rogué... y estabas demasiado inmerso en ti. Yo sólo era un pequeño satélite de tu planeta. Nunca fui feliz-
-¿Qué te da ese moñas?-
-Todo-
-(Se sonríe) ¿Todo?-
-Vida, me insufla vida cada mañana, cada minuto... me ha descubierto, y ha hecho que me descubra-
-Se que algo queda, algo queda, Alicia... te conozco-
-No es así... pero tiempo tuviste. Me voy. Es tarde-
-(Eduardo intenta impedir que se vaya)-
-Adiós, Eduardo-
-No, adiós, no-
-Eduardo, ya no tengo llaves que dejar sobre la mesa ni parte de alquiler que pagar. Mañana será otro día y, por favor, ni se te ocurra intentar llamarme porque cambiaré de número. La tecnología ya no me da pereza -
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martes, 9 de marzo de 2010
Mañana
Con la televisión como banda sonora las ideas se atropellaban. Lo hacían para evitar que pensase en él y en ese "yoísmo" que tan poco le interesaba. Objetivo fallido. Estaba y no estaba con ella 86.400 segundos cada día. En su buhardilla el tiempo se detenía con el baile sensual de la trompeta de Chet Baker en Almost Blue. Ese baile, esa melodía y esa tristeza daban paso a una guerra que nunca tenía tregua. Blanco, todo era blanco. Siempre imaginé a qué olería su piel cuando bailaba tan abrazada a él como a la vida. Sus pies eran menudos y casi tan huesudos como sus tobillos y descansaban sobre los de su amante en cada paso de la contienda. Él acariciaba su melena ceniza y como en un ritual le colocaba una flor en la trenza para adornar la desnudez de un alma que le hacía sentir como el Aquiles más vulnerable. Le susurraba toda la clase de ternezas al oído para sonrojarla y ella agachaba la cabeza y la apretaba fuerte contra su pecho cuando las velas aún no empezaban a consumirse. Un tirante, otro tirante... y el disfraz caía al suelo sin oponer resistencia colmando su cuerpo con caricias más dulces que el vino. Me pregunto quién era y a qué olía. En el suelo luchaban hasta desfallecer y Chet Baker seguía tocando para ellos. Recuerdo cómo fijaba su mirada más allá de los cristales. Parecía frágil, perdida y quebradiza. Agarraba sus piernas con los brazos y encogida como un ovillo empezaba a balancearse tarareando en silencio . Las velas nunca se consumían en la buhardilla. Un día le sorprendí colocando un columpio para ella en medio de la nada. Le gustaba tumbarse en la cama y verla mecerse frente a él durante horas mientras le recitaba poesías. A mi también me gustaba. Desde hace un tiempo las paredes de la buhardilla lucen granates, hay lámparas en lugar de velas, el columpio ha desaparecido para no desentonar con los muebles, ya no hay guerras sin tregua, y Chet Baker se ha venido a tocar a mi garito. Ya no acaricia una larga melena ceniza. Ya no acaricia. Una mujer mayor de cabello oscuro y con un corte menos vulgar que su osamenta profana el pavimento que un día fue sagrado y bendecido paseando sobre él con su cuerpo deforme y contenido. Supongo que un día se marchó sin más y se llevó la vida o la vida se la llevó a ella. Ahora está recostada sobre mi sofá marengo y con la televisión como banda sonora. Pretende hacerse la dormida para que la contemple mientras sus ideas se atropellan. Lo hacen para evitar que piense en él y en ese "yoísmo" que tan poco le interesaba. Objetivo fallido. Está y no está con ella 86.400 segundos cada día pero se que mañana serán 8.399. Le compraré un columpio a sabiendas de que tendré seguir imaginando a qué olía cuando era feliz en sus brazos.
jueves, 18 de febrero de 2010
Gracias
Gracias por esos tres bizcohitos que me supieron a gloria. Gracias por los tuppers de albóndigas con cereza, por las endivias con bechamel y por el Gratin Dauphinois. Gracias por lamer mis heridas y por intentar sorber las lágrimas que nunca te dejé sorber. Gracias por sacrificar tu tiempo acariciándo mi piel inerte durante horas para aliviar un dolor que conoces y no puedes reparar. Gracias por intentar entender pese a no entender nada. Gracias por merodear mi vida sabiendo que siempre ha estado igual de mal, gracias por advertirme de forma irracional que "no lo haga". Gracias por creer que soy especial y que voy a brillar.Gracias por intentar salvarme de mi misma y por defenderme como un hombre del ataque de los demás. Gracias por haber cumplido mis sueños como si hubiesen sido los tuyos propios y por mimar lo que ya nunca volveré a mimar. Gracias por traerme chocolates de rosa, lavanda y té cada vez que vuelves de viaje, y por detenerte frente a innumerables escaparates intentando adivinar qué escogería yo si estuviese allí. Gracias por haberme hecho sentir niña, por haber colmado todos mis caprichos de forma abnegada y por haberme hecho creer que un dia fui la más bonita. Gracias por reconocer mi perfume desde las esquinas y por buscarme sin buscarme. Gracias por haber amado mis imperfecciones con una paciencia que rebosa santidad.
martes, 16 de febrero de 2010
Llueve. No se muy bien dónde hace más frío si en la redacción o en la calle. Aunque tengo la respuesta. Se trata de ese frío que Clara llevaba sintiendo desde el momento en el que las cosas empezaron a torcerse, eso sucedió, probablemente, el día en que nació. Nunca le había encontrado sentido a la vida porque nunca lo había tenido hasta que creyó. ¡Na-na! Error. Con dos euros en el bolsillo jugar todas sus fichas a un sólo número y color no fue más que otra macabra modalidad de ruleta rusa. En días como este sabía que todos los pronósticos que llevaba oyendo durante demasiado tiempo se iban a cumplir de forma irremediable. ¿Cuándo? A lo sumo en un año, algún mes... algún día...alguna hora. Clara evitaba estar sóla en casa porque le daba miedo apagar la luz. Lo hacía poco a poco y cuando no quedaba más remedio. Vomitaba la vida y a la vez azotaba el alma. Sus lágrimas eran como la sangre de una herida abierta y unos pocos sabían de su hemofilia. Miraban hacia otro lado como lo hice yo y ya no quedaban tiritas en la caja de los medicamentos. Nadie las había repuesto. Las cosas ya no se reponían y nunca quería estar a solas con la compañía más letal. Se entretenía en el trabajo,donde fuese o con quien fuese con tal de prorrogar lo inevitable. La hora se acercaba. Clara podía -temblorosa- mirar cara a cara a su destino. Ojalá nunca la hubiese conocido.
miércoles, 10 de febrero de 2010
Ya no me gusta Alan Rickman
Ya no me gusta Alan Rickman. No se qué narices ha tenido que suceder para que termine el día preguntandome por qué ha dejado de gustarme . Qué alineación planetaria se habrá producido para que ya no sienta lo que sentía antaño cuando cogía el 621 al terminar las clases y en el trayecto desde Moncloa perpetraba en soledad el plan que me esperaba una vez llegada a mi morada...-mientras la duda me asalta, dicho sea de paso, le busco como acostumbraba en Youtube- La primera vez que le vi fue en en un video de Texas titulado "In Demand". Me quedé paralizada frente al televisor con la piel de gallina y la adolescencia ya pasada. No era la canción, Texas nunca me ha apasionado y menos su cantente Sharleen Spiteri - me apestan las morenas de pelo corto-. La letra no terminaba de convencerme...así que debí mostrarme indulgente con la música (si es que soy una blandita). Por descarte sólo quedaba un elemento por analizar y desconocía quién era. -Me avergüenza reconocer que no supe que Alan Rickman era un actor inglés conocido por cualquier amateur- Así que absolutamente obsesionada me hice con el video que no tardé en pasar a DVD para convertirlo en la banda sonora oficial de mi ático y de mi vida en la Calle Chiapas. Pero no bastaba con verlo una y otra y otra vez... necesitaba saber cuál era el nombre de ese hombre que me había hecho estremecer sin musitar ni una palabra. Le pregunté en clase a uno de estos "sabelonada" por el grupo e iracundo comenzó a poner a parir a Alan Rickman por haber caído "tan bajo" haciendo de florero en el clip de la banda escocesa. Un momento. Stop. ¿Alan Rickman? ¿Había dicho Alan Rickman? Hay que ver que buena memoria tiene una cuando quiere,¿eh? Me salté las clases de la tarde y comencé a indagar e indagar...e indagando e indagando llegué a saber detalles de la vida personal de Rickman ciertamente interesantes. -Una tiene sus contactillos- Vamos que conseguí su número de teléfono -que por cierto era auténtico-, su dirección y casi casi hasta la marca de sus calzoncillos favoritos. Mi fuente me dijo que no le gustaban las "chicas barbie" y mientras me lo decía yo ya estaba pensando emocionada en cómo ingeniarmelas para coger un avión y echarle un cable al destino... y si no le gustaban las Barbies - de sobra sabéis que siempre me han llamado así- me convertiría en Chabel, Barriguitas, Pocaspecas o lo que hiciera falta.
En los mometos de sobriedad-que no eran muchos- le estudiaba con bastante más interés del que dedicaba a cualquier materia. Y como reza el dicho:" De ilusiones vive el tonto los -eso que le gusta tanto al insigne Pedro Castro"-. Y vaya si vivía. Me imaginaba que yo era la chica a la protegía con sus brazos durante la travesía del videoclip, a la que miraba con deseo, a la que ponía contra el surtidor de una gasolinera de carretera, con la que bailaba un tango de lo más arrastrado -mejor no, ya no me agradaba el tango-... Me deleitaba oyéndole recitar a Shakespeare como si estuviese surrandome al oído, paralizando determinado frame de alguna escena de sus películas en las que tenía "el guapo subido". Mi madre venía a verme a Madrid y huía horrorizada al tercer día por las torturas a las que se veía sometida cada fin de semana: "Mami, te voy a poner una peli que te va a encantar"-y tras una peli iba otra,y tras otra, otra... Le encontraba un ser repulsivo pero una ya está más que acostumbrada al disgusto materno en cuestiones del corazón. En fin mi madre desaprobaba nuestra relación...pero cuando una se enamora... lucha contra viento y marea.Creo que lo más amable que le dedicó fue un : "viejo asqueroso"- Eso me excitó.
Pasaron los años, y la fiebre fue bajando mientras los altibajos hormonales ascendían. Aún así, dormía con un ojo abierto consciente de que seguía teniendo su dirección, su teléfono y algo de dinerillo ahorrado.
Hace unas semanas vi Snowcake con mi mejor amiga -la que monta un cineforum "la hostia de animado" (creo que sin mi) con sus amigotes cada vez que van al cine- y... todos mis temores se corroboraron: El idilio había terminado. Ya no me gustaba Alan Rickman... y no me gustaba en un papel en el que hace apenas un par de años me hubiese terminado de rematar. Alan Rickman...ayyyyyyyy....aunque no hayas cambiado de dirección... ese ha sido el último suspiro que te dedico. Fin de nuestra relación...pero quiero que sepas que me sigues despertando una gran simpatía y te tengo cariño...así que si lo deseas podemos quedar como amigos. Una cosa es cierta, jamás podré olvidar como sonó tu voz el día que descolgaste el teléfono y yo.... no dije nada. Ho-Ho-Ho
En los mometos de sobriedad-que no eran muchos- le estudiaba con bastante más interés del que dedicaba a cualquier materia. Y como reza el dicho:" De ilusiones vive el tonto los -eso que le gusta tanto al insigne Pedro Castro"-. Y vaya si vivía. Me imaginaba que yo era la chica a la protegía con sus brazos durante la travesía del videoclip, a la que miraba con deseo, a la que ponía contra el surtidor de una gasolinera de carretera, con la que bailaba un tango de lo más arrastrado -mejor no, ya no me agradaba el tango-... Me deleitaba oyéndole recitar a Shakespeare como si estuviese surrandome al oído, paralizando determinado frame de alguna escena de sus películas en las que tenía "el guapo subido". Mi madre venía a verme a Madrid y huía horrorizada al tercer día por las torturas a las que se veía sometida cada fin de semana: "Mami, te voy a poner una peli que te va a encantar"-y tras una peli iba otra,y tras otra, otra... Le encontraba un ser repulsivo pero una ya está más que acostumbrada al disgusto materno en cuestiones del corazón. En fin mi madre desaprobaba nuestra relación...pero cuando una se enamora... lucha contra viento y marea.Creo que lo más amable que le dedicó fue un : "viejo asqueroso"- Eso me excitó.
Pasaron los años, y la fiebre fue bajando mientras los altibajos hormonales ascendían. Aún así, dormía con un ojo abierto consciente de que seguía teniendo su dirección, su teléfono y algo de dinerillo ahorrado.
Hace unas semanas vi Snowcake con mi mejor amiga -la que monta un cineforum "la hostia de animado" (creo que sin mi) con sus amigotes cada vez que van al cine- y... todos mis temores se corroboraron: El idilio había terminado. Ya no me gustaba Alan Rickman... y no me gustaba en un papel en el que hace apenas un par de años me hubiese terminado de rematar. Alan Rickman...ayyyyyyyy....aunque no hayas cambiado de dirección... ese ha sido el último suspiro que te dedico. Fin de nuestra relación...pero quiero que sepas que me sigues despertando una gran simpatía y te tengo cariño...así que si lo deseas podemos quedar como amigos. Una cosa es cierta, jamás podré olvidar como sonó tu voz el día que descolgaste el teléfono y yo.... no dije nada. Ho-Ho-Ho
Acostumbraba a bailar desnuda frente al espejo, por los pasillos y en el balcón. La luz siempre entraba por la ventana. No recuerdo la última vez que la vi bailar. Lo lamento.Antes era fácil sólo tenía que cerrar los ojos para poder soñarla porque hubo un tiempo en el que las cosas que le importaban llenaban un palacio de sesenta metros cuadrados.Ella lo llenaba todo.
Le gustaba mezclar el jazz con vino tinto y el R&B con rosado... También yo le gustaba y también a mi me mezclaba... y yo me dejaba mezclar. La casa olía a canela y ella a madera de roble. A veces cuando abro la puerta del 3º A las llaves pesan más que el cansancio. La cena no espera ni fría, ni caliente, ni templada. He aprendido a cocinar.
Me gustaba no saber de qué humor iba a estar al cruzar el umbral, tal vez ahogandose en un mar de lágrimas por motivos que nunca llegué a entender, tal vez dulce y receptiva cantando en la bañera sepultada por toneladas de espuma que adoraba soplar, tal vez enfadadísima porque el mundo había sido demasiado injusto ese día o tal vez eufórica poque creía haberlo salvado.
Leía estupideces sobre el sofá rojo del salón lápiz en mano como si de un sable se tratara y concentrada como si fuese a levitar enrrollada en su mantita de cuadros. Escudriñaba cada página haciendose la interesante y a veces lo conseguía, especialmente, cuando me dedicaba una mirada totalmente premeditada a través de sus gafas de diseño.
Jugaba sóla al ajedrez y se deshidrataba acompañada bajo el edredón. Solía reír a carcajadas cuando le decía lo guapa que estaba recién levantada, recién acostada o en cualquier bar. Es imposible enumerar las ocasiones en las que pensé que se reía de mi con una crueldad intolerable. No me importaba.
Fruncía el ceño con regularidad para mostrar desaprobación cuando le exponía mis teorías sobre la vida que resultaban ser casi tan estúpidas como sus libros. Nunca se resfriaba y nunca comía. Fumaba con compulsión, con la misma compulsión con la que respiraba, amaba, discutía o apilaba sus vaqueros.
He buscado sus caricias en otras manos y la he odiado en cuerpos templados. He intentado combatir su desorden con orden y su luz ténebre con halógenos y neón. He huído de sus costillas de Eva con mi costilla de Adán y me he indigestado ingiriendo manzanas desabridas que nunca supusieron tentación alguna. Por las noches aullo en el balcón en el que solía bailar desnuda esperando a que me oiga y le ruego a Dios que me devuelva su caos, su desmesura...y su desnudez.
Le gustaba mezclar el jazz con vino tinto y el R&B con rosado... También yo le gustaba y también a mi me mezclaba... y yo me dejaba mezclar. La casa olía a canela y ella a madera de roble. A veces cuando abro la puerta del 3º A las llaves pesan más que el cansancio. La cena no espera ni fría, ni caliente, ni templada. He aprendido a cocinar.
Me gustaba no saber de qué humor iba a estar al cruzar el umbral, tal vez ahogandose en un mar de lágrimas por motivos que nunca llegué a entender, tal vez dulce y receptiva cantando en la bañera sepultada por toneladas de espuma que adoraba soplar, tal vez enfadadísima porque el mundo había sido demasiado injusto ese día o tal vez eufórica poque creía haberlo salvado.
Leía estupideces sobre el sofá rojo del salón lápiz en mano como si de un sable se tratara y concentrada como si fuese a levitar enrrollada en su mantita de cuadros. Escudriñaba cada página haciendose la interesante y a veces lo conseguía, especialmente, cuando me dedicaba una mirada totalmente premeditada a través de sus gafas de diseño.
Jugaba sóla al ajedrez y se deshidrataba acompañada bajo el edredón. Solía reír a carcajadas cuando le decía lo guapa que estaba recién levantada, recién acostada o en cualquier bar. Es imposible enumerar las ocasiones en las que pensé que se reía de mi con una crueldad intolerable. No me importaba.
Fruncía el ceño con regularidad para mostrar desaprobación cuando le exponía mis teorías sobre la vida que resultaban ser casi tan estúpidas como sus libros. Nunca se resfriaba y nunca comía. Fumaba con compulsión, con la misma compulsión con la que respiraba, amaba, discutía o apilaba sus vaqueros.
He buscado sus caricias en otras manos y la he odiado en cuerpos templados. He intentado combatir su desorden con orden y su luz ténebre con halógenos y neón. He huído de sus costillas de Eva con mi costilla de Adán y me he indigestado ingiriendo manzanas desabridas que nunca supusieron tentación alguna. Por las noches aullo en el balcón en el que solía bailar desnuda esperando a que me oiga y le ruego a Dios que me devuelva su caos, su desmesura...y su desnudez.
viernes, 29 de enero de 2010
Precipicios
Me pregunto al borde de cuántos precipicios has estado, y desde qué altura habrás estado dispuesto a saltar...y si has saltado atraído por el vacío ¿qué vacío te habrá gustado más? Me pregunto si te quedan muchas almas por salvar. Ahora custodias mis precipicios y, en ocasiones, cuando te confías siento ganas de merodearlos a hurtadillas para confesarte luego que en mis andanzas, jugando entre las simas, me habré hecho un daño que sólo tu puedes aliviar.
martes, 26 de enero de 2010
Dime lo que no quiero oír
-¿Has oído alguna vez eso que siempre has deseado oír?-
-No-
-¿Y qué es?-
-¿Qué sentido tiene que te lo diga?-
-Es pura curiosidad-
-Permite que eso quede para mi... aunque parezca estúpido temo que diciéndolo en alto jamás llegue a oírlo-
-Venga... por favor...-
-No insistas. Además es patético-
-¿Por qué dices eso?-
-Créeme, lo es-
-Pues como no te expliques...-
-¿Acaso no crees que resulta bochornoso querer que te digan palabras dedicadas ya a otras personas?-
-¿Te refieres a "te quiero"?-
-En absoluto. Todos hemos oído demasiados "te quiero" utilizados a la ligera. Preferiría haber escuchado uno sincero. A partir del primer "te quiero" todos suenan igual.-
-Ahora que lo dices... no me parece ni patético ni bochornoso querer ser la destinataria de palabras ya dichas pero dedicadas a otras. Me parece triste, profundamente triste-
-Así no ayudas. Patético, bochornoso y encima... triste. Añadiré tu aportación a la lista-
-¡Qué susceptible!-
-No imaginas cuánto-
-En el fondo, querido amigo, supongo que todos, en algún momento hemos deseado ser personas distintas aunque eso implicase exclusivamente querer correr su misma suerte-
-Sobre todo cuando los afortunados resultan ser unos ingratos-
-No seas injusto. A veces, y eso sí es doloroso, alguien es afortunado sin saberlo y por ello nos parece ingrato desde la barrera-
-¿Crees que las destinatarias de las palabras que jamás nadie te dedicará eran ingratas?-
-No. Creo que ni eran ni son nada-
-Entonces...-
-Entiéndeme. Yo tampoco soy, he sido ni seré nada... la diferencia es que a esas personas, un día, alguien intentó inventarlas, las miró queriendo ver algo que tal vez ni existiese y en ese intento creativo... y en cierto modo algo inconsciente ...se enamoró de ese reflejo artificioso...y puede que ni fuese capaz de discernir entre realidad o ficción...o puede que simplemente tuviese la voluntad certera de no hacerlo. Nunca nadie me ha mirado así. He sido yo quien siempre ha tenido que inventar, quien siempre ha sentido cómo torrentes de palabras recorrían los labios que apretaba para no errar, quien siempre ha jugado a ser muchas por cuestión de probabilidad...y...y...y no ha funcionado, querido amigo. Si en lugar de pretender ser tantas me hubiese esforzado más en ser "una" tendría ese algo incorrupto y originario que evitaría que un día como hoy, tú y yo, estuviesemos ahora mismo hablando de esto-
-No-
-¿Y qué es?-
-¿Qué sentido tiene que te lo diga?-
-Es pura curiosidad-
-Permite que eso quede para mi... aunque parezca estúpido temo que diciéndolo en alto jamás llegue a oírlo-
-Venga... por favor...-
-No insistas. Además es patético-
-¿Por qué dices eso?-
-Créeme, lo es-
-Pues como no te expliques...-
-¿Acaso no crees que resulta bochornoso querer que te digan palabras dedicadas ya a otras personas?-
-¿Te refieres a "te quiero"?-
-En absoluto. Todos hemos oído demasiados "te quiero" utilizados a la ligera. Preferiría haber escuchado uno sincero. A partir del primer "te quiero" todos suenan igual.-
-Ahora que lo dices... no me parece ni patético ni bochornoso querer ser la destinataria de palabras ya dichas pero dedicadas a otras. Me parece triste, profundamente triste-
-Así no ayudas. Patético, bochornoso y encima... triste. Añadiré tu aportación a la lista-
-¡Qué susceptible!-
-No imaginas cuánto-
-En el fondo, querido amigo, supongo que todos, en algún momento hemos deseado ser personas distintas aunque eso implicase exclusivamente querer correr su misma suerte-
-Sobre todo cuando los afortunados resultan ser unos ingratos-
-No seas injusto. A veces, y eso sí es doloroso, alguien es afortunado sin saberlo y por ello nos parece ingrato desde la barrera-
-¿Crees que las destinatarias de las palabras que jamás nadie te dedicará eran ingratas?-
-No. Creo que ni eran ni son nada-
-Entonces...-
-Entiéndeme. Yo tampoco soy, he sido ni seré nada... la diferencia es que a esas personas, un día, alguien intentó inventarlas, las miró queriendo ver algo que tal vez ni existiese y en ese intento creativo... y en cierto modo algo inconsciente ...se enamoró de ese reflejo artificioso...y puede que ni fuese capaz de discernir entre realidad o ficción...o puede que simplemente tuviese la voluntad certera de no hacerlo. Nunca nadie me ha mirado así. He sido yo quien siempre ha tenido que inventar, quien siempre ha sentido cómo torrentes de palabras recorrían los labios que apretaba para no errar, quien siempre ha jugado a ser muchas por cuestión de probabilidad...y...y...y no ha funcionado, querido amigo. Si en lugar de pretender ser tantas me hubiese esforzado más en ser "una" tendría ese algo incorrupto y originario que evitaría que un día como hoy, tú y yo, estuviesemos ahora mismo hablando de esto-
lunes, 25 de enero de 2010
Lo más excepcional del mundo
Al principio desconfió y entre desconfianza y desconfianza se dejó vencer. Con la punta del pie desnuda sintió el agua parda, tibia...tan en calma... Era el paisaje más bonito y aterrador que jamás había visto.Temía coger el pincel para no estropear el color de la paleta. Eran otoños de siena tostada, ocre y gamboge...y el agua estaba tibia y ...tan en calma...
El aire asfixiaba con su sueño dulce. La ropa no se adhirió para dejar respirar a la piel... y la desnudez respiraba con el algua tibia y el agua tibia con la desnudez. Tibia pero parda. Agua pero desnuda.
Cogió el pincel y el paisaje aterrador dejó der ser bonito. En la paleta, el otoño dio paso al invierno y el siena tostada al tierra sombra...Corrió a la orilla a buscar la ropa y fuera del agua tibia, el aire afixiaba amargo. El cuadro había cambiado. Nunca debió coger el pincel.
El alma se quedó con el agua tibia y la ropa con la piel. Mientras, la calma vestida de pardo aguardaba a otro principio que trajese una nueva desconfianza que se dejase vencer.
El aire asfixiaba con su sueño dulce. La ropa no se adhirió para dejar respirar a la piel... y la desnudez respiraba con el algua tibia y el agua tibia con la desnudez. Tibia pero parda. Agua pero desnuda.
Cogió el pincel y el paisaje aterrador dejó der ser bonito. En la paleta, el otoño dio paso al invierno y el siena tostada al tierra sombra...Corrió a la orilla a buscar la ropa y fuera del agua tibia, el aire afixiaba amargo. El cuadro había cambiado. Nunca debió coger el pincel.
El alma se quedó con el agua tibia y la ropa con la piel. Mientras, la calma vestida de pardo aguardaba a otro principio que trajese una nueva desconfianza que se dejase vencer.
miércoles, 20 de enero de 2010
"El Juego de Tu Vida"
Anoche resultaba imposible conciliar el sueño. Supe que permanecería en vela desde, aproximadamente, las 00.15hrs. Programé el temporizador de autoapagado del televisor (dos horas), bajé el volúmen lo suficiente -vol. 8- como para que el sonido no me molestase pero permitiendo, a la vez, que mi oído pudiese percibir un levísimo "brum-brum" que me hiciese creer que no estaba sóla. Lo estaba.
En TeleCinco estaban emitiendo un programa del que hacía tiempo, no sabía nada, "El Juego de Tu Vida". Siempre he pensado que era el espacio más sórdido, casposo y atroz de la televisión mundial... aunque, bien es cierto, despierta ese afán "morbosillo" del que, en mayor o menor medida, todos somos poseedores... y por qué no reconocer que me alegré de nuestro feliz reencuentro.
¿En qué consiste? En vomitar miserias provenientes de miserables -eso sí- a cambio de dinero -el toque mercenario añade un toque de cutrez inapreciable-. Si tienes la fortuna de no tener ni el más mínimo resquicio de pudor, puedes terminar llevándote hasta 100.000 euros. 100.000 euros que serán exclusivamente para tí - y para hacienda- porque tras tu paso por semejante show, perderás a tu pareja, a tus amigos e incluso arriesgarás la sanidad de tus vínculos familiares.
Un título alternativo para el progrma bien podría ser : "Como poner fin a tu vida en 20 preguntas". Ayer, un individuo volvió a casa con las manos vacías tras haber confesado que pocos días antes de contraer matrimonio con su ex mujer, había mantenido relaciones sexuales con la prima de ésta que, casualmente, resultaba ser su actual mujer, a la que ahora engañaba con su ex y , entretantro, a ambas joyitas les había puesto los cuernazos en lupanares de carretera con "cualquieras" más "cualquieras" que ellas. La cosa empeoró cuando el especímen que vendió su alma al diablo a cambio de nada, comenzó a airear las fantasías sexuales que tenía con otras féminas de la familia, también de lo mucho que se divertía con su juego a múltiples bandas, y de cómo le gustaría poder vivir con las coprotagonistas de la historia: "Me quedaría con mi ex para la cama y con mi mujer actual para lo demás" -¡Olé sus huevos, qué hombre, qué macho, qué torero!...y qué imbécil.
Probablemente, muchas de las vidas que colindan e incluso conviven con las nuestras no sean ejemplares, tal vez estemos siendo traicionados por los seres a quienes más amamos y tal vez les amemos porque no les conozcamos...pero desde luego, la pérdida del sentido del decoro, de lo íntimo, de lo privado... supone el fin de algo que me resulta imposible describir, "supongo que supone" el fin de todo.
En TeleCinco estaban emitiendo un programa del que hacía tiempo, no sabía nada, "El Juego de Tu Vida". Siempre he pensado que era el espacio más sórdido, casposo y atroz de la televisión mundial... aunque, bien es cierto, despierta ese afán "morbosillo" del que, en mayor o menor medida, todos somos poseedores... y por qué no reconocer que me alegré de nuestro feliz reencuentro.
¿En qué consiste? En vomitar miserias provenientes de miserables -eso sí- a cambio de dinero -el toque mercenario añade un toque de cutrez inapreciable-. Si tienes la fortuna de no tener ni el más mínimo resquicio de pudor, puedes terminar llevándote hasta 100.000 euros. 100.000 euros que serán exclusivamente para tí - y para hacienda- porque tras tu paso por semejante show, perderás a tu pareja, a tus amigos e incluso arriesgarás la sanidad de tus vínculos familiares.
Un título alternativo para el progrma bien podría ser : "Como poner fin a tu vida en 20 preguntas". Ayer, un individuo volvió a casa con las manos vacías tras haber confesado que pocos días antes de contraer matrimonio con su ex mujer, había mantenido relaciones sexuales con la prima de ésta que, casualmente, resultaba ser su actual mujer, a la que ahora engañaba con su ex y , entretantro, a ambas joyitas les había puesto los cuernazos en lupanares de carretera con "cualquieras" más "cualquieras" que ellas. La cosa empeoró cuando el especímen que vendió su alma al diablo a cambio de nada, comenzó a airear las fantasías sexuales que tenía con otras féminas de la familia, también de lo mucho que se divertía con su juego a múltiples bandas, y de cómo le gustaría poder vivir con las coprotagonistas de la historia: "Me quedaría con mi ex para la cama y con mi mujer actual para lo demás" -¡Olé sus huevos, qué hombre, qué macho, qué torero!...y qué imbécil.
Probablemente, muchas de las vidas que colindan e incluso conviven con las nuestras no sean ejemplares, tal vez estemos siendo traicionados por los seres a quienes más amamos y tal vez les amemos porque no les conozcamos...pero desde luego, la pérdida del sentido del decoro, de lo íntimo, de lo privado... supone el fin de algo que me resulta imposible describir, "supongo que supone" el fin de todo.
lunes, 11 de enero de 2010
Cuatro paredes albero
He encontrado un sistema inconfesable para detonar el explosivo que me lleva a aporrear el teclado. Es tan doloroso como infalible y por eso, en ocasiones, lo disfrazo de cabaretera para así poder despreciarlo casi tanto como puedo despreciarme a mi. Una tortura que me hace sentir viva me precipita a morir. He accionado el interruptor y ahora mismo lo siento.
Estoy sola en una habitación que no siento mía. Apenas puedo mover los dedos... el frío que siempre me persigue les dota de una rigidez aterradora... pero al palpar mis manos compruebo que su temperatura es aceptablemente saludable. Dentro de la cama parece que todo se percibe mejor. Me sepulto en jerseys masculinos de talla XXL, medias, pantalones de pijama y pares dispares de calcetines. Es simplemente rutinario... no atiende a ninguna otra razón. Hecha un cuadro y con el cabello recogido en una cola de caballo miro hacia la puerta: está cerrada. Del pomo cuelga un bolso de esos con un precio tan escandaloso que avergënza. No me gusta. Nunca me ha gustado. La puerta del baño también está cerrada y el pomo es ahora como un cuello escuálido y arrugado repleto de collares que a duras penas puede sostener.
Hay una cuna de estilo rústico. Nunca la he mecido pese a haberla hecho madre de una vereda tropical que ya no es ni vereda ni tropical. Alguna hoja se resiste a morir con lo demás y me pregunto por qué lo hace. Al galán lo abrigan pashminas y foulards de todos los estilos y longitudes imaginables. Menos mal que los armarios no están abiertos. Son como mi vida. Cerrados no rompen la falsa armonía de esta estancia teatral. Cerrados están mejor. Contienen el caos, el vacío, el sinsentido. La mesilla de la derecha soporta muy a su pesar un jarrón de cristal que retiene las flores ya secas de conquistas que no volverán. También hay media decena de libros. Ninguno es especial. Queda bajo la mesilla un hueco que acoge como si fuese una "cueva del tesoro" a una vieja cadena musical acompañada por quienes hace demasiado tiempo fueron mi mejor compañía. Cuánto me gustaría poder volver a escuchar a Cole Porter. Nunca más lo haré. Nunca más... aunque Time after Time grite cada noche :"¡Eh, ingrata!¿Tan pronto te has olvidado de mi?".- No sabe que he tenido que olvidarle a bofetadas-, cuatro cd´s de quien tanto me ha hecho creer y sobrevivir: Aznavour, unos veinte de mi adorado Tony Bennett, dos de Leonard Cohen, tres de Stephan Grapelli, tres de Gilbert Becaud, Mayte Martín con Teté Monteliú -para llorar a moco tendido- y algún otro que por lo que significa... guardo para mi. Todos tenemos nuestros secretos.
A la izquierda la cosa cambia. Los libros de esta mesita sí están ahí por algo, por todo. Están colocados. Sí, colocados. A veces, cuando tengo fuerzas suficientes, los abro, los huelo sin escrúpulos, miro con muchísimo pudor algunas anotaciones, me sonrrojo, lloro, sonrío, me lamento, cierro los ojos mientras los aprieto contra el pecho, respiro hondo y... los vuelvo a dejar alineados para que escolten mis sueños. Esta mesilla maciza tiene tres cajones, ignoro lo que contienen. Hay sobre ella un cenicero - a mi madre le horroriza que esté ahí porque, de sobra sabe, que le tengo harto entretenido- y por último... una laca de uñas más roja que Marx.
A los pies del radiador se alinea una legión de botas altas. No están en su sitio aunque lo tienen, exceden la quincena, y, en cierto modo me hace gracia no tenerlas en clase con sus compañeras de aula.
Las paredes albero están casi desnudas, un escalador de barro las sostiene, y ellas, a su vez, hacen lo mismo con un gran óleo perpetrado a espatulazo limpio cuya autoría no me atribuyo.
Tres ventanas, un armario ropero, una banqueta, una televisión que se muere de aburrimiento, el mueblecito que la aguanta y el frío que siempre me persigue ponen punto final a esta naturaleza muerta que es mi habitación.
Lo peor de todo este cantar es que he encontrado un sistema inconfesable para detonar el explosivo que me lleva a aporrear el teclado. Es tan doloroso como infalible y por eso, en ocasiones, lo disfrazo de cabaretera para así poder despreciarlo casi tanto como puedo despreciarme a mi. Una tortura que me hace sentir viva me precipita a morir. He accionado el interruptor y ahora mismo lo sigo sintiendo. No lo debería haber accionado. Estas cuatro paredes albero guardan el secreto de lo que hoy he querido escribir y he ocultado... ahora duele más.
Estoy sola en una habitación que no siento mía. Apenas puedo mover los dedos... el frío que siempre me persigue les dota de una rigidez aterradora... pero al palpar mis manos compruebo que su temperatura es aceptablemente saludable. Dentro de la cama parece que todo se percibe mejor. Me sepulto en jerseys masculinos de talla XXL, medias, pantalones de pijama y pares dispares de calcetines. Es simplemente rutinario... no atiende a ninguna otra razón. Hecha un cuadro y con el cabello recogido en una cola de caballo miro hacia la puerta: está cerrada. Del pomo cuelga un bolso de esos con un precio tan escandaloso que avergënza. No me gusta. Nunca me ha gustado. La puerta del baño también está cerrada y el pomo es ahora como un cuello escuálido y arrugado repleto de collares que a duras penas puede sostener.
Hay una cuna de estilo rústico. Nunca la he mecido pese a haberla hecho madre de una vereda tropical que ya no es ni vereda ni tropical. Alguna hoja se resiste a morir con lo demás y me pregunto por qué lo hace. Al galán lo abrigan pashminas y foulards de todos los estilos y longitudes imaginables. Menos mal que los armarios no están abiertos. Son como mi vida. Cerrados no rompen la falsa armonía de esta estancia teatral. Cerrados están mejor. Contienen el caos, el vacío, el sinsentido. La mesilla de la derecha soporta muy a su pesar un jarrón de cristal que retiene las flores ya secas de conquistas que no volverán. También hay media decena de libros. Ninguno es especial. Queda bajo la mesilla un hueco que acoge como si fuese una "cueva del tesoro" a una vieja cadena musical acompañada por quienes hace demasiado tiempo fueron mi mejor compañía. Cuánto me gustaría poder volver a escuchar a Cole Porter. Nunca más lo haré. Nunca más... aunque Time after Time grite cada noche :"¡Eh, ingrata!¿Tan pronto te has olvidado de mi?".- No sabe que he tenido que olvidarle a bofetadas-, cuatro cd´s de quien tanto me ha hecho creer y sobrevivir: Aznavour, unos veinte de mi adorado Tony Bennett, dos de Leonard Cohen, tres de Stephan Grapelli, tres de Gilbert Becaud, Mayte Martín con Teté Monteliú -para llorar a moco tendido- y algún otro que por lo que significa... guardo para mi. Todos tenemos nuestros secretos.
A la izquierda la cosa cambia. Los libros de esta mesita sí están ahí por algo, por todo. Están colocados. Sí, colocados. A veces, cuando tengo fuerzas suficientes, los abro, los huelo sin escrúpulos, miro con muchísimo pudor algunas anotaciones, me sonrrojo, lloro, sonrío, me lamento, cierro los ojos mientras los aprieto contra el pecho, respiro hondo y... los vuelvo a dejar alineados para que escolten mis sueños. Esta mesilla maciza tiene tres cajones, ignoro lo que contienen. Hay sobre ella un cenicero - a mi madre le horroriza que esté ahí porque, de sobra sabe, que le tengo harto entretenido- y por último... una laca de uñas más roja que Marx.
A los pies del radiador se alinea una legión de botas altas. No están en su sitio aunque lo tienen, exceden la quincena, y, en cierto modo me hace gracia no tenerlas en clase con sus compañeras de aula.
Las paredes albero están casi desnudas, un escalador de barro las sostiene, y ellas, a su vez, hacen lo mismo con un gran óleo perpetrado a espatulazo limpio cuya autoría no me atribuyo.
Tres ventanas, un armario ropero, una banqueta, una televisión que se muere de aburrimiento, el mueblecito que la aguanta y el frío que siempre me persigue ponen punto final a esta naturaleza muerta que es mi habitación.
Lo peor de todo este cantar es que he encontrado un sistema inconfesable para detonar el explosivo que me lleva a aporrear el teclado. Es tan doloroso como infalible y por eso, en ocasiones, lo disfrazo de cabaretera para así poder despreciarlo casi tanto como puedo despreciarme a mi. Una tortura que me hace sentir viva me precipita a morir. He accionado el interruptor y ahora mismo lo sigo sintiendo. No lo debería haber accionado. Estas cuatro paredes albero guardan el secreto de lo que hoy he querido escribir y he ocultado... ahora duele más.
jueves, 7 de enero de 2010
Km 2.300
La distancia física que nos separa del ser amado se traduce siempre en una angustia asfixiante, socarrona e irreverente. Durante la última quincena no he dejado de oír sus risotadas desapacibles y chirriantes persiguiéndome infatigablemente como si de la propia conciencia se tratase. El bálsamo reparador de cualquier anhelo insacible es, sin lugar a dudas, el recuerdo. Cuando el recuerdo sobreviene, acude a su llamada – tan muda como audible- la imaginación. Y así, sorbo a sorbo, ingerimos pequeñas dósis de un antídoto que termina manifestándose como una nueva adicción que añadir a la cesta de las servidumbres.
A doscientos cincuenta y un kilómetros no tuve más remedio que soñarte en cada esquina, verte en cada café y dibujarte una y otra vez en la lluvia para enardecer el deseo de levantarme empapada de ti a la mañana siguiente. Once días muriendo, dos y medio en reanimación y seis añadiendo dos mil trescientos kilómetros al contador de lo que quedaba de vida.
A doscientos cincuenta y un kilómetros no tuve más remedio que soñarte en cada esquina, verte en cada café y dibujarte una y otra vez en la lluvia para enardecer el deseo de levantarme empapada de ti a la mañana siguiente. Once días muriendo, dos y medio en reanimación y seis añadiendo dos mil trescientos kilómetros al contador de lo que quedaba de vida.
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