De mal en peor. Últimamente ser espectador y partícipe de los nuevos fenómenos sociales impulsados por la red está resutando ciertamente decepcionante. Mira que después de "Luna Nueva" creía estar curada de espantos. La cosa era difícil de superar (sin secuelas psicológicas graves). Y fíjate, una semana después "PARANORMAL ACTIVITY" ha obrado el milagro." Rodada" en siete días, con la casa del director, Oren Peli, como plató, un presupuesto de 8.000 dólares, y con dos actores y medio (Katie Featherston, Micah Sloat y Mark Fredrich) ha logrado recaudar más de 100 millones de dólares en Estados Unidos. -Vamos, que el director (que también es ¿guionista?) se lo ha llevado calentito. -Ojalá que, ahora que es multimillonario, desee abandonar su vocación de currelas con videocámara casera y se entregue por completo al apasionante mundo de la jardinería-
Deberíamos dejar claro que no estamos hablando de una película, si no de un video totalmente amateur sin planificación alguna que, ahora, nos intentan "colar" por la escuadra como si de un peculiar ejemplar del "Séptimo Arte" se tratase. -No, por ahí no pasa-
El argumento, ¡ah del argumento! Inexistente: Un individuo se gasta un pastizal de aupa en una videocámara dispuesto a poder capturar en imágenes algún fenómeno "para anormal" -je,je- ¿Por qué? Es fácil, quiere tener prubas- en ningún momento sabermos con qué finalidad- de que a su novia le ha salido un fan "del otro lado". Ella le he explica a un psíquico -éste tiene un trago-que el ente la lleva persiguiendo desde que su casa ardió en llamas (por circunstancias extrañas...uhhhhhh) cuando contaba con ocho años. Y ahí comienza el homenaje a "El Día de la Marmota". 5 de noviembre de 2007, noche-nada. 6 de noviembre de 2007, noche -nada-.... 13 de Noviembre de 2007, noche -nada-... 18 de noviembre - ruidos -, ¿19? -se mueve una lámpara del salón-, 24, el subnormal del novio, Micah, decide poner talco por todo el suelo para comprobar si el fantasma pisa o levita en lugar de esnifárselo- , 25 de noviembre, mañana -ven las pisadas y se acojonan-, ....y así, entre ouija y ouija, hasta que en un alarde de maestría, al director que lo lleva en la sangre, se apellida "Peli", se le ocurre ofracernos una traca final de historia tipo "El Resplandor". THE END (esperemos que no se convierta en saga).
Todo eso y mucho más contenido en 80 interminables minutos de nuestras vidas -demasiado-, siete euros
-descagardla-, y en último lugar, pero no por ello menos importante, el pseudo film resulta altamente contrapoducente para avivar la libído - se me quitaron hasta las ganas de hacer manitas-
Conclusiones:
-Me hubiese gustado resumir este rollo en diez puntos: "Diez razones para NO VER "PARANORMAL ACTIVITY"
- No se qué habrán hecho éstos con 8.000 euros de presupuesto porque no se aprecian más de 1.500 ( el precio de la videocára)
- Definitivamente lo más espeluznante de este experimento de 3º de primaria era el mobiliario de la casa.
-Para los fans de las grabaciones caserillas con inclinaciones a lo voayeur... que sepan que con tanta actividad "para anormal" los únicos polvos de la película son los de talco que esparce el zoquete del prota.
-Los americanos son tontos y los europeos, está claro, vamos a la zaga
lunes, 30 de noviembre de 2009
viernes, 27 de noviembre de 2009
Campanas de boda
¿Existe alguien a quien le gusten las bodas? Pero si hay personas que incluso odian su propia boda. Personalmente, siempre me han parecido algo atroz, algo realmente nocivo para románticas empedernidas a quienes la realidad las ha puesto en su sitio obligándolas a cambiar el vestido nupcial por el disfraz de escépticas. Son grandes desestabilizadoras de las psiqués resentidas. Y es que resulta harto difícil digerir tal empacho de dicha, resulta difícil no maldecir tu falta de suerte y casi natural envidiar la ventura ajena.
Y ahí estás tú, en sexto plano, verde de envidia, una envidia grande y pringosa que a su vez pringa a las féminas de la séptima fila y a las de la quinta columna. Mujeres horrorosas llenas de plumas, plumones y plumazos, brillantes por los barnices, y opacas en el alma. Mientras eres apuñalada juras y perjuras que nunca te convertirás en una de ellas, juras que mantendrás tu brillo virgen, alejado de barnices, plumas, plumones y plumazos.
Nunca soñé con ser una novia de las de verdad... por eso me tomé tan en serio mi Primera Comunión. Con la visión preclara de una cría de ocho años supe que, casi con toda certeza, sería la primera y la última vez en la vida en la que me vestiría de blanco, la primera y última vez que iba caminar orgullosa através de un largo pasillo hasta el altar con mis padres emocionados como testigos, la primera y la última vez en la que iba a prometer con toda la solemnidad del mundo algo a alguien que me iba a amar hasta la eternidad.
Recuerdo una tarde de invierno en el sótano de una casa de verano. Mi padre hablaba con mi madre puro en mano y semitumbado en su sofá azul... con gesto preocupado le preguntaba a mi madre: "¿Santi, tú crees que María se va a casar algún día? Yo no la veo. Yo creo que no"- a todo esto la pobre María estaba escondida en las escaleras y en cuclillas escuchaba a sus progenitores con los ojos abiertos como platos y se sentía como una auténtica apestada- Mi madre respondió: "No, yo tampoco lo creo. Ella es distinta. Ella es otra cosa. Ella es libre".
¿Ella es libre? ¿De qué demonios estaba hablando? ¿Implica el matrimonio la pérdida de libertad? Estaba hecha un lío porque íntimamente pensaba que no existía mayor expresión de libertad que elegir volitivamente entregar tu vida a la persona amada. El problema era encontrar a la persona amada, y claro está que ella te encontrase a ti.
Me han propuesto matrimonio tres veces. Y las tres veces me lo he tomado a coña, las tres veces se me antojaron como bromas de mal gusto y me hicieron sentir una violenta fuerza centrífuga que me empujaba a huir.
Entre amigotes nunca me he mostrado partidaria del matrimonio, de hecho, he sido una agresiva detractora del mismo. Cuando alguien me decía "me caso".. me ponía nerviosa, morada y me faltaba el aire antes de que metiese la pata hasta el fondo sin pretenderlo: "¿Estás segura? Es que eres muy joven". - Ups!!!. Se supone que debería haber expresado cuánto me alegraba... pero es que no me alegraba-
Ni me alegraba ni me alegro porque supongo que eso algo tan grande y tan bonito que no está pensado para que le pase a alguien como yo. Me escondo bajo un "detesto el boato kitsch de las ceremonias". Por eso-ejem- no me gustan las bodas.
Y ahí estás tú, en sexto plano, verde de envidia, una envidia grande y pringosa que a su vez pringa a las féminas de la séptima fila y a las de la quinta columna. Mujeres horrorosas llenas de plumas, plumones y plumazos, brillantes por los barnices, y opacas en el alma. Mientras eres apuñalada juras y perjuras que nunca te convertirás en una de ellas, juras que mantendrás tu brillo virgen, alejado de barnices, plumas, plumones y plumazos.
Nunca soñé con ser una novia de las de verdad... por eso me tomé tan en serio mi Primera Comunión. Con la visión preclara de una cría de ocho años supe que, casi con toda certeza, sería la primera y la última vez en la vida en la que me vestiría de blanco, la primera y última vez que iba caminar orgullosa através de un largo pasillo hasta el altar con mis padres emocionados como testigos, la primera y la última vez en la que iba a prometer con toda la solemnidad del mundo algo a alguien que me iba a amar hasta la eternidad.
Recuerdo una tarde de invierno en el sótano de una casa de verano. Mi padre hablaba con mi madre puro en mano y semitumbado en su sofá azul... con gesto preocupado le preguntaba a mi madre: "¿Santi, tú crees que María se va a casar algún día? Yo no la veo. Yo creo que no"- a todo esto la pobre María estaba escondida en las escaleras y en cuclillas escuchaba a sus progenitores con los ojos abiertos como platos y se sentía como una auténtica apestada- Mi madre respondió: "No, yo tampoco lo creo. Ella es distinta. Ella es otra cosa. Ella es libre".
¿Ella es libre? ¿De qué demonios estaba hablando? ¿Implica el matrimonio la pérdida de libertad? Estaba hecha un lío porque íntimamente pensaba que no existía mayor expresión de libertad que elegir volitivamente entregar tu vida a la persona amada. El problema era encontrar a la persona amada, y claro está que ella te encontrase a ti.
Me han propuesto matrimonio tres veces. Y las tres veces me lo he tomado a coña, las tres veces se me antojaron como bromas de mal gusto y me hicieron sentir una violenta fuerza centrífuga que me empujaba a huir.
Entre amigotes nunca me he mostrado partidaria del matrimonio, de hecho, he sido una agresiva detractora del mismo. Cuando alguien me decía "me caso".. me ponía nerviosa, morada y me faltaba el aire antes de que metiese la pata hasta el fondo sin pretenderlo: "¿Estás segura? Es que eres muy joven". - Ups!!!. Se supone que debería haber expresado cuánto me alegraba... pero es que no me alegraba-
Ni me alegraba ni me alegro porque supongo que eso algo tan grande y tan bonito que no está pensado para que le pase a alguien como yo. Me escondo bajo un "detesto el boato kitsch de las ceremonias". Por eso-ejem- no me gustan las bodas.
miércoles, 25 de noviembre de 2009
Starbucks
Hace casi siete años que desembarqué como el más cañí Paco Martínez Soria en Madrid. Necesitaba un cambio de vida. Supongo que huía de la anterior. Huía de la anterior. Cuando cambias de entorno, cambia sólo el entorno y si tú eres tu mayor problema te lo llevas puesto allá donde vayas. En esos viajes la voluntad se erige como la mejor de las compañías. Ya tenía varios miles de kilómetros en mi haber y había elegido siempre al partner equivocado en cada fuga. En esta ocasión no volvería a suceder. No sucedió.
Provenía de una ciudad pequeñita y Madrid me parecía una mala bestia llena de inhumanidad -me lo sigue pareciendo- por la que sentía una especie de atracción fatal. Un nuevo mundo lleno de posibilidades y ninguna me gustaba. Como no fui capaz de encontrar mi espacio encontré un espacio pensado para todos los demás, Starbucks. Siempre he tenido un toque paleto bastante acentuado que me ha hecho acoger con admiración todo el "basuramen" yankee. Es curioso eso de sentirte especial por formar parte de algo diseñado para gente tan poco especial como tú.
Me fascinaba espatarrarme en los sofás mullidos de tonalidades neutras. Las bandas sonoras de Starbucks eran tan geniales como lo son ahora, de 7.30 a 22,30 bailaba cheek to cheek con mis amores imaginarios y tocaban para los dos -o los dosientos- Cole Porter, Charlie Parker, Miles Davis, John Coltrane, Thelonius Monk, Duke Ellington,Marcus Miller... El olor a grano que ocultaba el tufillo a artificio me hacía sentir como Jean Baptiste Grenouille -más tarde supe que ese aroma delicioso y sugerente estaba encerrado en un spray de 300cl- y me ponía a escribir y escribir embriagada de siropes de vainilla y avellana cosas con tan poco sentido como esta durante horas y horas. Si tenía que hacer un trabajo "comunista" para la facultad siempre me las ingeniaba para convencer a mis "camaradas" para poder desarrollar toda nuestra falta de creatividad en la planta superior de alguno de estos emplazamientos tan "singulares". Era incluso capaz de disculpar su imposición tiránica de impedir que los malos humos enturbiasen la fragancia del ambientador de café. Los camareros tenían implantado un chip de cordialidad robótica que adoraba: "María, tu café, que pases un buen día" y qué me decís de el aprendizaje de esperanto que había que memorizar como el catecismo para que tu orden fuese efectiva: Skinny vanilla latte light venti con un extra shot de café. Ahí queda eso. Son 4.70.
Eso sí, me parecía toda una delicatessen a la que luego podía sublimar añadiendo cantidades industriales de canela, nuez moscada y... sacarina. Las imitaciones caseras nunca sabían igual. Me hice con todo el merchandising en stock: tazas, tazones, termos, CD´s, ositos de peluche... Llegué a pensar que tenía una adicción en toda regla, tal vez lo era...así que busqué la "solidaridad" más solidaria on line para ver si había más casos como el mío, y los había, vaya si los había.
Mi idilio enfermizo con Starbucks ha terminado en 2009. En último término debería agradecérselo a Zapatero. Cuando el presidente de la "Nación" afirmó que un café costaba sesenta céntimos, hizo que mis horizontes se abrieran y mi libído de aspirante a yankee se redujese drásticamente. "Hola, me llamo María, soy española, mileurista y ávida de cafeína y nicotina patria". Hoy he ingerido uno de esos brebajes caprichosos y he dejado que la mitad se enfriase. Algo ha cambiado... pero en el fondo me gustaría volver a entrar una y otra vez como lo hice siete años atrás para sentir por un instante todo ese torrente naive de mamarrachadas de chica de provincias con aspiraciones cosmopolitas que me alegraban el día a día.
Provenía de una ciudad pequeñita y Madrid me parecía una mala bestia llena de inhumanidad -me lo sigue pareciendo- por la que sentía una especie de atracción fatal. Un nuevo mundo lleno de posibilidades y ninguna me gustaba. Como no fui capaz de encontrar mi espacio encontré un espacio pensado para todos los demás, Starbucks. Siempre he tenido un toque paleto bastante acentuado que me ha hecho acoger con admiración todo el "basuramen" yankee. Es curioso eso de sentirte especial por formar parte de algo diseñado para gente tan poco especial como tú.
Me fascinaba espatarrarme en los sofás mullidos de tonalidades neutras. Las bandas sonoras de Starbucks eran tan geniales como lo son ahora, de 7.30 a 22,30 bailaba cheek to cheek con mis amores imaginarios y tocaban para los dos -o los dosientos- Cole Porter, Charlie Parker, Miles Davis, John Coltrane, Thelonius Monk, Duke Ellington,Marcus Miller... El olor a grano que ocultaba el tufillo a artificio me hacía sentir como Jean Baptiste Grenouille -más tarde supe que ese aroma delicioso y sugerente estaba encerrado en un spray de 300cl- y me ponía a escribir y escribir embriagada de siropes de vainilla y avellana cosas con tan poco sentido como esta durante horas y horas. Si tenía que hacer un trabajo "comunista" para la facultad siempre me las ingeniaba para convencer a mis "camaradas" para poder desarrollar toda nuestra falta de creatividad en la planta superior de alguno de estos emplazamientos tan "singulares". Era incluso capaz de disculpar su imposición tiránica de impedir que los malos humos enturbiasen la fragancia del ambientador de café. Los camareros tenían implantado un chip de cordialidad robótica que adoraba: "María, tu café, que pases un buen día" y qué me decís de el aprendizaje de esperanto que había que memorizar como el catecismo para que tu orden fuese efectiva: Skinny vanilla latte light venti con un extra shot de café. Ahí queda eso. Son 4.70.
Eso sí, me parecía toda una delicatessen a la que luego podía sublimar añadiendo cantidades industriales de canela, nuez moscada y... sacarina. Las imitaciones caseras nunca sabían igual. Me hice con todo el merchandising en stock: tazas, tazones, termos, CD´s, ositos de peluche... Llegué a pensar que tenía una adicción en toda regla, tal vez lo era...así que busqué la "solidaridad" más solidaria on line para ver si había más casos como el mío, y los había, vaya si los había.
Mi idilio enfermizo con Starbucks ha terminado en 2009. En último término debería agradecérselo a Zapatero. Cuando el presidente de la "Nación" afirmó que un café costaba sesenta céntimos, hizo que mis horizontes se abrieran y mi libído de aspirante a yankee se redujese drásticamente. "Hola, me llamo María, soy española, mileurista y ávida de cafeína y nicotina patria". Hoy he ingerido uno de esos brebajes caprichosos y he dejado que la mitad se enfriase. Algo ha cambiado... pero en el fondo me gustaría volver a entrar una y otra vez como lo hice siete años atrás para sentir por un instante todo ese torrente naive de mamarrachadas de chica de provincias con aspiraciones cosmopolitas que me alegraban el día a día.
martes, 24 de noviembre de 2009
Caída libre
Hace unos días soñé que perdía a mi ángel de la guarda. Soñé que se escurría entre mis brazos y rodaba y rodaba por unas interminables escaleras de caracol mientras no dejaba de emitir alaridos de dolor hasta que finalmente llegaba al suelo -no se si gravemente herido o muerto – sin que yo pudiese hacer nada para evitarlo. Grité mientras todo sucedía, imploré ayuda hasta quedarme sin voz y a nadie pareció importarle. Me sentí culpable porque mis brazos no habían sido lo suficientemente fuertes como para soportarle. Pero realmente no le pude dejar caer, seguro que mis brazos no flaqueron, nunca hubiesen flaqueado tratándose de Rodrigo... ¿o si? Él estaba muy nervioso en mi cuello, como si algo o alguien le inquietase...y le recuerdo caliente y boca arriba al final de la escalera ... pero...no alcancé a tocarle. ¿Pretendía advertirme de algo o alguien? Me desperté sobresaltada y en seco... con su nombre en los labios.
No consigo dejar de sentir el inmenso escalofrío que me produce pensar que, tal vez, ese sueño no sea un simple sueño. Sospecho que por su intensidad fue una advertencia en toda regla. Incluso he llegado a consultar a la desesperada posibles respuestas en una pseudo ciencia tan poco fidedigna como la interpretación de sueños:
Escaleras:
-Soñar que subes por ellas, indica que estás adquiriendo un nivel más elevado de comprensión
-Estás haciendo progresos a nivel espiritual y emocional día a día
-Soñar que las desciendes, singnifica que toparás con obstáculos en tus intentos.
-Ver una escalera de caracol implica crecer y renacer
Bien, yo subo las escaleras con paso firme y pausado (crezco) y de pronto, las comienzo a bajar de forma abrupta y muy violenta (¿decrecimiento voraz?)
Perro:
-Ver un perro en tu sueño simboliza intuición, lealtad, generosidad, protección y fidelidad.
- El sueño sugiere que tus valores más profundos y tus buenas intenciones te capacitarán para afrontar la vida con éxito.
-Alternativamente, indica alguna habilidad que has ignorado, olvidado...
-Si el perro está muerto o muriendo, muestra la pérdida de un buen amigo o el deterioro de tus instintos.
-Del mismo modo, si soñamos que el perro está en peligro, es que alguna relación afectiva se verá amenazada.
-Cuando una mujer se sueña poseedora de un bonito perro puede significar que es egoísta y posesiva.
-Si dicha mujer tiene un amante o por lo menos un pretendiente, puede significar que se trata de un petimetre, un tipo fatuo, mentiroso y vano.
-Pero la mayoría de las veces soñar con perros indica un gran deseo de sentirse amado y protegido, de tener a nuestro lado quien nos dé amor y compañía estando dispuestos a dar el mismo amor que solicitamos.
He revisado cientos de páginas sin poder encontrar la opción que explique qué sucede cuando no eres tú quien se cae por las escaleras... cuando tú eres una especie de espectadora pasiva de la acción que se siente inmensamente culpable porque considera que tendría que haber actuado de algún modo para evitar el daño causado. Ojalá hubiese sufrido yo todos esos golpes que no logro apartar de mi cabeza.
Hace unos meses que ya no tengo la “custodia” de Rodrigo y Canela. No hay día en el que no piense que soy como una de esas madres desnaturalizadas que se deshacen de sus hijos abandonándolos a la suerte que les aguarda en un contenedor de basura. Ahora están con su “padre” y se que él les adora y que aunque yo les falte, como me faltan ellos a mi, están en las mejores manos que pueda imaginar. Pero es muy duro asumir que he fallado, que les he fallado y que, en definitiva, me he fallado. A eso debo añadir el inmenso egoísmo que se ha adueñado de mi por flojita, por que no valgo la pena. Les he “dejado tirados” en busca de mi felicidad cuando hasta el momento ellos lo habían sido todo para mi, y todo me daban. Qué ser tan jodidamente utilitarista, cuando algo estorba... ¡puerta! En el fondo... me doy miedo. No se de qué puedo ser capaz si he hecho lo que he hecho. No puedo soportar llegar cada día a la casa que compré pensando en ellos... sólo veo muros, soledad, grietas... y siento que me ahogo. No hay rincón en el que no guarde un recuerdo con los dos ... aunque el especial siempre haya sido Rodrigo. Ya nadie me colma de atenciones cuando lloro desconsolada, nadie alivia el dolor de las llagas, ni a nadie curo yo con mis caricias.
Quizás eso signifique el sueño. Nada de interpretaciones metafísicas, es simplemente un símil de la realidad. Es la conciencia apuntando fírmemente con el dedo índice : No te olvides de quién eres, no te olvides de lo que has hecho. Ni lo hago, ni lo haré nunca. Os quiero aunque me odie
No consigo dejar de sentir el inmenso escalofrío que me produce pensar que, tal vez, ese sueño no sea un simple sueño. Sospecho que por su intensidad fue una advertencia en toda regla. Incluso he llegado a consultar a la desesperada posibles respuestas en una pseudo ciencia tan poco fidedigna como la interpretación de sueños:
Escaleras:
-Soñar que subes por ellas, indica que estás adquiriendo un nivel más elevado de comprensión
-Estás haciendo progresos a nivel espiritual y emocional día a día
-Soñar que las desciendes, singnifica que toparás con obstáculos en tus intentos.
-Ver una escalera de caracol implica crecer y renacer
Bien, yo subo las escaleras con paso firme y pausado (crezco) y de pronto, las comienzo a bajar de forma abrupta y muy violenta (¿decrecimiento voraz?)
Perro:
-Ver un perro en tu sueño simboliza intuición, lealtad, generosidad, protección y fidelidad.
- El sueño sugiere que tus valores más profundos y tus buenas intenciones te capacitarán para afrontar la vida con éxito.
-Alternativamente, indica alguna habilidad que has ignorado, olvidado...
-Si el perro está muerto o muriendo, muestra la pérdida de un buen amigo o el deterioro de tus instintos.
-Del mismo modo, si soñamos que el perro está en peligro, es que alguna relación afectiva se verá amenazada.
-Cuando una mujer se sueña poseedora de un bonito perro puede significar que es egoísta y posesiva.
-Si dicha mujer tiene un amante o por lo menos un pretendiente, puede significar que se trata de un petimetre, un tipo fatuo, mentiroso y vano.
-Pero la mayoría de las veces soñar con perros indica un gran deseo de sentirse amado y protegido, de tener a nuestro lado quien nos dé amor y compañía estando dispuestos a dar el mismo amor que solicitamos.
He revisado cientos de páginas sin poder encontrar la opción que explique qué sucede cuando no eres tú quien se cae por las escaleras... cuando tú eres una especie de espectadora pasiva de la acción que se siente inmensamente culpable porque considera que tendría que haber actuado de algún modo para evitar el daño causado. Ojalá hubiese sufrido yo todos esos golpes que no logro apartar de mi cabeza.
Hace unos meses que ya no tengo la “custodia” de Rodrigo y Canela. No hay día en el que no piense que soy como una de esas madres desnaturalizadas que se deshacen de sus hijos abandonándolos a la suerte que les aguarda en un contenedor de basura. Ahora están con su “padre” y se que él les adora y que aunque yo les falte, como me faltan ellos a mi, están en las mejores manos que pueda imaginar. Pero es muy duro asumir que he fallado, que les he fallado y que, en definitiva, me he fallado. A eso debo añadir el inmenso egoísmo que se ha adueñado de mi por flojita, por que no valgo la pena. Les he “dejado tirados” en busca de mi felicidad cuando hasta el momento ellos lo habían sido todo para mi, y todo me daban. Qué ser tan jodidamente utilitarista, cuando algo estorba... ¡puerta! En el fondo... me doy miedo. No se de qué puedo ser capaz si he hecho lo que he hecho. No puedo soportar llegar cada día a la casa que compré pensando en ellos... sólo veo muros, soledad, grietas... y siento que me ahogo. No hay rincón en el que no guarde un recuerdo con los dos ... aunque el especial siempre haya sido Rodrigo. Ya nadie me colma de atenciones cuando lloro desconsolada, nadie alivia el dolor de las llagas, ni a nadie curo yo con mis caricias.
Quizás eso signifique el sueño. Nada de interpretaciones metafísicas, es simplemente un símil de la realidad. Es la conciencia apuntando fírmemente con el dedo índice : No te olvides de quién eres, no te olvides de lo que has hecho. Ni lo hago, ni lo haré nunca. Os quiero aunque me odie
lunes, 23 de noviembre de 2009
Luna... ¿Nueva?
Lo que puede llegar a hacer una en pro de la amistad. Ayer, mi mejor amiga, Anacleta, -tal vez una de las poquísimas mujeres intelectuales que conozco- propuso que fuésemos al cine por la tarde. -Yo, encantada-
El problema surgió instantes después cuando a esta alma cándida se le ocurrió someter su voluntad a la de su amiga.
-¿Qué peli se te apetece ver?-
-La que tú quieras, María.
-No, no... de verdad... como quieras...la verdad es que no hay ninguna que me atraiga en especial (qué ingenua... ciertamente ninguna parecía mejor que otra...pero, claro, ni siquiera había barajado la posibilidad que se me venía encima)
- Pues..."Crepúsculo, Luna Nueva" en los cines Callao a las 19.35. No te preocupes que saco yo las entradas-
-Eh... no ahora en serio-
-Sí, sí...he oído que es estupenda-
-Anacleta, ¿has visto la primera? No se para que pregunto si lo hubieses hecho no tendrías ganas de más a no ser que tengas tendencias masoquistas.
-No, no la he visto pero he leído el libro-
-¿Ha sido antes el huevo o la gallina?-
-No lo se-
-Vale, a y cuarto estaré en la reinventada Plaza de Callao... así nos da tiempo a coger chupitangas-
-Un besito guapa. A y cuarto, entonces. Ciao-
-Un besi-
¡Luna Nueva! Definitivamente me he convertido en una snob, una pija intolerante -pensé-,démosle una oportunidad, tal vez sufra una maravillosa regresión a la adolescencia durante su visionado. Un momento... ¿regresión a la adolescencia? Pero de qué demonios estoy hablando... si mi adolescencia fue un infierno... si aún no he salido de ella.
Quedaban dos horas para nuestro encuentro. Tenía que lavarme la cabeza, y pasar por un concienzudo proceso de recuperación facial al que cariñosamente denomino "de chapa y pintura". Me dispuse a vestirme y, de pronto, me vi enfrentándome a una pregunta a la que no me enfrentaba ya desde hacía tiempo. -¿Qué me pongo? Porque eso estará lleno de gente joven y esplendorosa y una en el fondo es débil y no quiere sentirse un carcamal- Estaba claro, vaqueritos pitillo de esos que se llevan ahora, con un jersetito de cuello vuelto, botas, una cazadora de cuero...y...y..un bolso bandolera. -¿Y el pelo? Suelto, está claro. Suelto. Un autobús después, y dos metros más tarde... y ya estaba en la tierra prometida. La Plaza olía a castañas y para una hipermétrope resultaba difícil advinar el target de la cola... lo único que pude intuír era la masiva -palabra que mi mejor amiga detesta y con razón- afluencia de público.
Me quedé sentada en las barandillas de la boca del metro esperando a Anacleta sin separar la vista ni un segundo del teléfono móvil en el que siempre miro y remiro una foto de mi amado disfrazado de pitufo.
-María, María, ya las tengo, vamos-
-Hola. Dame un beso que me lo merezo. Por cierto, estás preciosa...como siempre.
-Anda calla.Tú sí que estás guapa. Vaaaaamossssss!!!
Lo hecho hecho está y a lo hecho pecho (que de eso hay bastante).No hay marcha atrás. Mientras ella acompañaba al revisor hasta nuestros asientos yo fui con las monedas contadas -como reza la tradición a estas alturas de mes- a la planta superior del cine en busca del consuelo torticero que siempre me proporciona la ingesta de calorías muertas. No había mucha cola, menos mal, porque ya estaba ensalivando como el can de Paulov -Unas palomitas gigantes y una Coca Cola Light extra grande, por favor. Pero que sea light de verdad, ¿eh? Gracias-
Bajé las escaleras haciendo gala de unas dotes de malabarista deplorables y me abrí paso hasta la fila 8 de 30. Localidad número 10. La sala estaba "abarrotá". Me acordé del Dúo Sacapuntas. Anacleta ayudo a que mi torpeza pareciese menor y me senté como buenamente pude. Miré a mi alrededor y no entendí nada. -¿No se supone que esto es una peli de adolescentes?- Alguno que otro había...pero la manada estaba dominada por seres que rondaban la cuarentena y dos o tres autobuses del inserso. A mi izquierda estaba sentado un hombre muy atractivo que me sonaba familiar...probablemente de la tele que no veo, o de los periódicos que no leo. Escritor, era escritor. Pareció oír mis reflexiones internas y se dirigió a mi -La gente está absolutamente infantilizada, idiotizada- Exacto. Había dado en el clavo. Aunque creo que ni se imaginaba cuánto. Anacleta devoraba lo que queda de sus uñas y el escritor y yo, un cubo inmenso de palomitas.- Una es muy educada y ofrece, ¿sabéis? Además el olor de su piel no dejaba de azuzar a mis pituitarias, mis pituitarias a mi cerebro y el cerebro me obligó a pensar en infinidad de cochinadas por las que arderé eternamente en el infierno. Pero esa es otra historia-
Primera escena, primera plegaria. Segunda escena, segunda plegaria... y así hasta el final del film -por cierto, sin final- que debe de estar pensado para gente muy piadosa. No podría hacer un resumen de la trama... porque, simplemente, es inexistente. Y no deseo infligiros ningún castigo- a no ser que me lo supliquéis in personam- ¿Los personajes? carentes personalidad y la presencia interpretativa de Robert Pattinson (Edward), Kristen Stewart (Bella) y Taylor Lautner (Jacob), hibernando. -Digno de que el gran Íker Jiménez les dedique una habitación en su nave del misterio- Y ¡hala! los tíos encumbrados a la categoría de sex symbol. Del guión... -ufff!!!qué pereza!- hacía mucho, pero mucho tiempo que no veía nada tan estúpido y simplón ... aunque he de reconocer que debo ser más rarita de lo que siempre me habéis trasladado... porque el público no dejaba de partirse la caja . El capítulo de posturitas es otra cosa. Posturitas a diestro y siniestro.Un torrente de posturitas y coreografías convencionaloides protagonizadas por torsos trabajados con cincel, nadrolona y maquillaje a ritmo de MTV. Planos planos, música ñoña, Romeo y Julieta... lo agitamos y...¡tachán! Luna... ¿Nueva? - Por cierto, si alguien me puede iluminar... ardo en deseos por saber qué tiene que ver el título con la película en cuestión, porque aquí los licántropos no se llenan de babas y pelos al tambor del Plenilunio- Toda una obra maestra que según he visto en los periódicos que no leo "Arrasa en taquilla". ¡Pues que arrasen las taquillas entonces!
"Crepúsculo" se convirtió el domingo en el tercer estreno con mayor recaudación de todos los tiempos en los cines norteamericanos, con millones de jóvenes seducidas por el complejo trío -vale, trío sí porque eran tres... lo de complejo es una mentira del diablooo- amoroso entre una adolescente, un vampiro y un hombre lobo..." ABC.es
Dos horas y 15 euros. La vida está realmente cara y nuestros adolescentes de cuarenta idiotizados. Y ya están preparando "Eclipse". Comienzo a cultivar el género epistolar tan denostado en nuestros días: Estimada Stephanie Meyer..no se si te odio o te compadezco...
Se me olvidaba hacer una aclaración: Anacleta es mi fiel amiga porque tiene el don de la invisibilidad y es una excepcional sujetavelas. Respecto al escritor hiperatractivo que se sentó a mi izquierda... curiosamente coincide con la foto del chico vestido de pitufo que siempre llevo en móvil y nunca dejo de mirar y remirar.
El problema surgió instantes después cuando a esta alma cándida se le ocurrió someter su voluntad a la de su amiga.
-¿Qué peli se te apetece ver?-
-La que tú quieras, María.
-No, no... de verdad... como quieras...la verdad es que no hay ninguna que me atraiga en especial (qué ingenua... ciertamente ninguna parecía mejor que otra...pero, claro, ni siquiera había barajado la posibilidad que se me venía encima)
- Pues..."Crepúsculo, Luna Nueva" en los cines Callao a las 19.35. No te preocupes que saco yo las entradas-
-Eh... no ahora en serio-
-Sí, sí...he oído que es estupenda-
-Anacleta, ¿has visto la primera? No se para que pregunto si lo hubieses hecho no tendrías ganas de más a no ser que tengas tendencias masoquistas.
-No, no la he visto pero he leído el libro-
-¿Ha sido antes el huevo o la gallina?-
-No lo se-
-Vale, a y cuarto estaré en la reinventada Plaza de Callao... así nos da tiempo a coger chupitangas-
-Un besito guapa. A y cuarto, entonces. Ciao-
-Un besi-
¡Luna Nueva! Definitivamente me he convertido en una snob, una pija intolerante -pensé-,démosle una oportunidad, tal vez sufra una maravillosa regresión a la adolescencia durante su visionado. Un momento... ¿regresión a la adolescencia? Pero de qué demonios estoy hablando... si mi adolescencia fue un infierno... si aún no he salido de ella.
Quedaban dos horas para nuestro encuentro. Tenía que lavarme la cabeza, y pasar por un concienzudo proceso de recuperación facial al que cariñosamente denomino "de chapa y pintura". Me dispuse a vestirme y, de pronto, me vi enfrentándome a una pregunta a la que no me enfrentaba ya desde hacía tiempo. -¿Qué me pongo? Porque eso estará lleno de gente joven y esplendorosa y una en el fondo es débil y no quiere sentirse un carcamal- Estaba claro, vaqueritos pitillo de esos que se llevan ahora, con un jersetito de cuello vuelto, botas, una cazadora de cuero...y...y..un bolso bandolera. -¿Y el pelo? Suelto, está claro. Suelto. Un autobús después, y dos metros más tarde... y ya estaba en la tierra prometida. La Plaza olía a castañas y para una hipermétrope resultaba difícil advinar el target de la cola... lo único que pude intuír era la masiva -palabra que mi mejor amiga detesta y con razón- afluencia de público.
Me quedé sentada en las barandillas de la boca del metro esperando a Anacleta sin separar la vista ni un segundo del teléfono móvil en el que siempre miro y remiro una foto de mi amado disfrazado de pitufo.
-María, María, ya las tengo, vamos-
-Hola. Dame un beso que me lo merezo. Por cierto, estás preciosa...como siempre.
-Anda calla.Tú sí que estás guapa. Vaaaaamossssss!!!
Lo hecho hecho está y a lo hecho pecho (que de eso hay bastante).No hay marcha atrás. Mientras ella acompañaba al revisor hasta nuestros asientos yo fui con las monedas contadas -como reza la tradición a estas alturas de mes- a la planta superior del cine en busca del consuelo torticero que siempre me proporciona la ingesta de calorías muertas. No había mucha cola, menos mal, porque ya estaba ensalivando como el can de Paulov -Unas palomitas gigantes y una Coca Cola Light extra grande, por favor. Pero que sea light de verdad, ¿eh? Gracias-
Bajé las escaleras haciendo gala de unas dotes de malabarista deplorables y me abrí paso hasta la fila 8 de 30. Localidad número 10. La sala estaba "abarrotá". Me acordé del Dúo Sacapuntas. Anacleta ayudo a que mi torpeza pareciese menor y me senté como buenamente pude. Miré a mi alrededor y no entendí nada. -¿No se supone que esto es una peli de adolescentes?- Alguno que otro había...pero la manada estaba dominada por seres que rondaban la cuarentena y dos o tres autobuses del inserso. A mi izquierda estaba sentado un hombre muy atractivo que me sonaba familiar...probablemente de la tele que no veo, o de los periódicos que no leo. Escritor, era escritor. Pareció oír mis reflexiones internas y se dirigió a mi -La gente está absolutamente infantilizada, idiotizada- Exacto. Había dado en el clavo. Aunque creo que ni se imaginaba cuánto. Anacleta devoraba lo que queda de sus uñas y el escritor y yo, un cubo inmenso de palomitas.- Una es muy educada y ofrece, ¿sabéis? Además el olor de su piel no dejaba de azuzar a mis pituitarias, mis pituitarias a mi cerebro y el cerebro me obligó a pensar en infinidad de cochinadas por las que arderé eternamente en el infierno. Pero esa es otra historia-
Primera escena, primera plegaria. Segunda escena, segunda plegaria... y así hasta el final del film -por cierto, sin final- que debe de estar pensado para gente muy piadosa. No podría hacer un resumen de la trama... porque, simplemente, es inexistente. Y no deseo infligiros ningún castigo- a no ser que me lo supliquéis in personam- ¿Los personajes? carentes personalidad y la presencia interpretativa de Robert Pattinson (Edward), Kristen Stewart (Bella) y Taylor Lautner (Jacob), hibernando. -Digno de que el gran Íker Jiménez les dedique una habitación en su nave del misterio- Y ¡hala! los tíos encumbrados a la categoría de sex symbol. Del guión... -ufff!!!qué pereza!- hacía mucho, pero mucho tiempo que no veía nada tan estúpido y simplón ... aunque he de reconocer que debo ser más rarita de lo que siempre me habéis trasladado... porque el público no dejaba de partirse la caja . El capítulo de posturitas es otra cosa. Posturitas a diestro y siniestro.Un torrente de posturitas y coreografías convencionaloides protagonizadas por torsos trabajados con cincel, nadrolona y maquillaje a ritmo de MTV. Planos planos, música ñoña, Romeo y Julieta... lo agitamos y...¡tachán! Luna... ¿Nueva? - Por cierto, si alguien me puede iluminar... ardo en deseos por saber qué tiene que ver el título con la película en cuestión, porque aquí los licántropos no se llenan de babas y pelos al tambor del Plenilunio- Toda una obra maestra que según he visto en los periódicos que no leo "Arrasa en taquilla". ¡Pues que arrasen las taquillas entonces!
"Crepúsculo" se convirtió el domingo en el tercer estreno con mayor recaudación de todos los tiempos en los cines norteamericanos, con millones de jóvenes seducidas por el complejo trío -vale, trío sí porque eran tres... lo de complejo es una mentira del diablooo- amoroso entre una adolescente, un vampiro y un hombre lobo..." ABC.es
Dos horas y 15 euros. La vida está realmente cara y nuestros adolescentes de cuarenta idiotizados. Y ya están preparando "Eclipse". Comienzo a cultivar el género epistolar tan denostado en nuestros días: Estimada Stephanie Meyer..no se si te odio o te compadezco...
Se me olvidaba hacer una aclaración: Anacleta es mi fiel amiga porque tiene el don de la invisibilidad y es una excepcional sujetavelas. Respecto al escritor hiperatractivo que se sentó a mi izquierda... curiosamente coincide con la foto del chico vestido de pitufo que siempre llevo en móvil y nunca dejo de mirar y remirar.
jueves, 19 de noviembre de 2009
Ceño fruncido
Hace ya algunos meses mi buen amigo Anastasio (que es como la oveja Dolly de Ambrosio "el de los Spaghetti Western") sugirió, con una falta de tacto ACOJONANTE, que me comprase una crema antiarrugas.
¡Joder! ¿Una crema antiarrugas? ¿Yo? Vale, tengo veintiocho años pero aparento veintitrés... o veinticuatro... o ... tal vez ya no. - Una de dos, o Anastasio es gilipollas o yo estoy cegarata- La verdad es que algo cegarata sí que estoy, así que por ende, Anastasio también puede tener algo de gilipollas... de gilipollas adorable y de capullo insolente. - Pues...mira huevón, me la compras tú-
Me sentí realmente ofendida y no tardé mucho en adquirir un espejo de aumento -que parecía más un telescopio de la NASA que un espejo de aumento- para comprobar si tales calumnias... eran eso, calumnias -Oh, Diossss- En efecto, tengo arruguillas... y si le quitamos el sufijo a "arruguillas" erradicamos el dulzor y nos acercamos más a la realidad. Arrugas. Tengo arrugas... y además las "hijas de su madre promiscua" tienen compañeras de piso: ojeras, pequitas, puntos negros.
Tengo cuatro arrugas dispuestas como renglones en la frente con un interlineado de 1,5 puntos , otras dos de esas que llaman las expertas "de expresión" decorando las comisuras de mis labios y escoltando las aletas de la nariz... -sostengo que son mi castigo por ser una fumadora compulsiva. Bueno...por ser fumadora y por ser compulsiva-. Y llegamos a las que más me importunan... las del entrecejo. Juro y perjuro que esas no estaban ahí hace un año. Pero ahora están. Son dos paralelas. Cuando estoy depre las palpo con detalle y se que son profundas como las zanjas que hoy descubren los tesoros subterráneos de la capital.
Siempre he tenido una visión romántica o simplemente estúpida de las arrugas. Creía que las arrugas eran la erosión de la vida en la piel y que su función estribaba en dotar con justicia de personalidad a las caras... y sigo creyéndolo... pero... no en la mía...hombre....aún no... cinco añitos más... porfa, porfa, porfa. -Traidoras, no se entra en una casa sin llamar antes-
Supongo que siempre he fruncido el ceño demasiado. Se ha convertido ya en enfermedad crónica. Y yo, desobedeciendo a mi amigo Anastasio, sigo sin utilizar pociones mágicas rejuvenecedoras. Eso se lo dejo a otras. Me quedo con el único potingue que me permite gesticular: Nivea en tarro -no es muy glamouroso pero por lo menos el tarro es azul-
Espero que Anastasio me siga dando consejos estéticos durante mucho tiempo... y espero poder seguir recibiéndolos con incredulidad y escepticismo. A lo mejor llega el día en el que Anastasio me regala una de esas cremas "maravilla" y ...Dios mío...¡cuánto, pero cuánto, disfrutaré montando en cólera!. -¡Ho-Ho-Ho!- Ojalá Anastasio con sus canas de platino me siga queriendo aunque me esté haciendo una toda una carroza. Una carroza que siempre será más joven que él y que jamás le sugerirá que se emplaste el jeto con ungüentos que huelan a London-Paris-New York.
¡Joder! ¿Una crema antiarrugas? ¿Yo? Vale, tengo veintiocho años pero aparento veintitrés... o veinticuatro... o ... tal vez ya no. - Una de dos, o Anastasio es gilipollas o yo estoy cegarata- La verdad es que algo cegarata sí que estoy, así que por ende, Anastasio también puede tener algo de gilipollas... de gilipollas adorable y de capullo insolente. - Pues...mira huevón, me la compras tú-
Me sentí realmente ofendida y no tardé mucho en adquirir un espejo de aumento -que parecía más un telescopio de la NASA que un espejo de aumento- para comprobar si tales calumnias... eran eso, calumnias -Oh, Diossss- En efecto, tengo arruguillas... y si le quitamos el sufijo a "arruguillas" erradicamos el dulzor y nos acercamos más a la realidad. Arrugas. Tengo arrugas... y además las "hijas de su madre promiscua" tienen compañeras de piso: ojeras, pequitas, puntos negros.
Tengo cuatro arrugas dispuestas como renglones en la frente con un interlineado de 1,5 puntos , otras dos de esas que llaman las expertas "de expresión" decorando las comisuras de mis labios y escoltando las aletas de la nariz... -sostengo que son mi castigo por ser una fumadora compulsiva. Bueno...por ser fumadora y por ser compulsiva-. Y llegamos a las que más me importunan... las del entrecejo. Juro y perjuro que esas no estaban ahí hace un año. Pero ahora están. Son dos paralelas. Cuando estoy depre las palpo con detalle y se que son profundas como las zanjas que hoy descubren los tesoros subterráneos de la capital.
Siempre he tenido una visión romántica o simplemente estúpida de las arrugas. Creía que las arrugas eran la erosión de la vida en la piel y que su función estribaba en dotar con justicia de personalidad a las caras... y sigo creyéndolo... pero... no en la mía...hombre....aún no... cinco añitos más... porfa, porfa, porfa. -Traidoras, no se entra en una casa sin llamar antes-
Supongo que siempre he fruncido el ceño demasiado. Se ha convertido ya en enfermedad crónica. Y yo, desobedeciendo a mi amigo Anastasio, sigo sin utilizar pociones mágicas rejuvenecedoras. Eso se lo dejo a otras. Me quedo con el único potingue que me permite gesticular: Nivea en tarro -no es muy glamouroso pero por lo menos el tarro es azul-
Espero que Anastasio me siga dando consejos estéticos durante mucho tiempo... y espero poder seguir recibiéndolos con incredulidad y escepticismo. A lo mejor llega el día en el que Anastasio me regala una de esas cremas "maravilla" y ...Dios mío...¡cuánto, pero cuánto, disfrutaré montando en cólera!. -¡Ho-Ho-Ho!- Ojalá Anastasio con sus canas de platino me siga queriendo aunque me esté haciendo una toda una carroza. Una carroza que siempre será más joven que él y que jamás le sugerirá que se emplaste el jeto con ungüentos que huelan a London-Paris-New York.
miércoles, 18 de noviembre de 2009
Recuerdo
Recuerdo cómo me solía enrrollar en tu regazo. Hecha un ovillo sobre ti parecía que nada malo podía suceder. Te he buscado en otros regazos, pero ninguno ha sido comparable al tuyo. Volvía del colegio y sólo deseaba acurrucarme contigo en el sofá de tapicería indescriptible que "adornaba" el salón de la planta de baja de casa. Te recuerdo menuda (lo sigues siendo), con el pelo negro, lacio y largo, unos grandes de ojos de color verde que me hacían detestar a Mendel y a los insolentes caprichos de la genética. Sonriente, novia, juguetona, amiga, amante, madre, esposa. Me aterra no recordarte con la nitidez que desearía.
Toda una vida dedicada a todos menos a ti. Generosa y sacrificada, recuerdo que cuando tenías dinero para poder comprarte modelitos chic siempre acababas utilizándolo para colmar los requerimientos infinitos con los que ambas te agasajábamos. Del trabajo a casa, de casa al trabajo y, eso sí, los viernes a LOGOS, o al RECONQUISTA y el sábado a LAS CONCHAS o al FORNÓN. Seguro que esperabas esos días como agua de mayo... eran los momentos de mayor intimidad que pasabas con él, como si fuéseis novios. Érais novios. Os recuredo en el coche. Daba igual el destino, te ponía música romanticona y te dedicaba una y otra vez las mismas canciones que incluso se atrevía cantar “Only youuuuuuuu, can make this world seem right, only youuuu can make the darkness bright...”...-Tal vez eso explique mi devoción por The Platters- Te miraba agradecido como si no fuese capaz de creer que alguien como tú estuviese a su lado, te cogía la mano izquierda con su mano derecha y te la acariciaba sin descanso sobre el apoyabrazos de cuero azul. Yo, desde el asiento de atrás me sentía plenamente feliz, os miraba, os miraba y os volvía a mirar soñando que, tal vez, algún día, alguien pudiese tratarme con semejante dulzura.
Os recuerdo corriendo como adolescentes por las interminables escaleras de la casa, él se moría de risa mientras te perseguía para pellizcarte las posaderas y tú le decías como una niña: “¡¡¡¡No papi, no...ya vale...je,je,je....Noooo...!!!”.
Recuerdo el menú oficial de los domingos que tanto me disgustaba : fabada, carne guisada o filetes empanados y, eso sí, un postre al que era imposible hacerle ascos. Le recuerdo a él jugando fuera con Thor, Hobo, Furia, Jaki, Nube, Niebla, Diana, Irina, Michael, “Gwenina”... -que me disculpen a quienes no menciono porque, bien sabe Dios, que les quise a todos- mientras tú te esmerabas con detalle en ejecutar esas recetas que él te pedía. Nos llamabas al orden cuando todo estaba perfectamente dispuesto y, entones, podíamos comenzar a comer. Yo hacía una especie de bolas inmensas con la carne esperando que me liberases por desperación o pena de su deglución. -Solía colar-
Os recuerdo caminando por donde fuera de la mano, o cogidos del hombro... recuerdo que os besábais con tanta castidad como picardía cuando estaba delante... siempre os pedía : “más, otro, hala, qué asquitooooo!!!!”. Recuerdo cómo cuando dos labios se fundían en un beso de película, alarmado cambiaba de canal como para evitar que esas imágenes contaminasen una mente que él quería preservar virginal: “Esto no es para niños”. Y claro, nunca nada era para niños.
Recuerdo cómo discutíais, me parecíais encantadores. Nunca nada era grave pero siempre era absurdamente desternillante... despues de los gruñidos, subíais enfandados o no a la habitación que papá tenía reservada exclusivamente para dar rienda suelta a la lujuria que los puros le despertaban: El Fumadero de la tercera planta. El único espacio del hogar autorizado para oler a Montecristo. Allí entre habanos, cigarrillos Piper, mantas de cuadros y la tele -como tú decías- “al alto la lleva” os quedábais absolutamente groguis en los sofás de cuero marrón hasta las tantas de la madrugada y, aunque ya fuese demasiado tarde para ir a la cama, íbais y entrelazábais vuestras piernas como si fuesen enredaderas mientras él sepultaba su cabeza bajo la almohada.
Recuerdo cuando todo cambió sin permiso, pero no lo quiero recordar. También recuerdo vuestro último viaje juntos que, por cierto, llegué a presenciar. Me llevásteis a Madrid desde León porque había una maldita Huelga General. Creo que todos, o al menos tú y yo, quisimos que ese viaje no acabase nunca. Llegué a engañarme y a creer que no lo haría, que nunca se iba a acabar... pero se acabó como si jamás hubiese existido.
Recuerdo cómo equivocadamente pensaba que eras débil y recuerdo cómo demostraste que eras tan fuerte como una leona. Recuerdo como luchaste por todos nosotros, como luchaste por ti hasta que el combate te dejó sin aliento... hasta que ya no había nada por lo que luchar... y lo recuerdo todo como una gran lección de vida, como la gran lección de mi vida... y me alegro de que haya sido impartida por la mejor maestra del mundo.
Toda una vida dedicada a todos menos a ti. Generosa y sacrificada, recuerdo que cuando tenías dinero para poder comprarte modelitos chic siempre acababas utilizándolo para colmar los requerimientos infinitos con los que ambas te agasajábamos. Del trabajo a casa, de casa al trabajo y, eso sí, los viernes a LOGOS, o al RECONQUISTA y el sábado a LAS CONCHAS o al FORNÓN. Seguro que esperabas esos días como agua de mayo... eran los momentos de mayor intimidad que pasabas con él, como si fuéseis novios. Érais novios. Os recuredo en el coche. Daba igual el destino, te ponía música romanticona y te dedicaba una y otra vez las mismas canciones que incluso se atrevía cantar “Only youuuuuuuu, can make this world seem right, only youuuu can make the darkness bright...”...-Tal vez eso explique mi devoción por The Platters- Te miraba agradecido como si no fuese capaz de creer que alguien como tú estuviese a su lado, te cogía la mano izquierda con su mano derecha y te la acariciaba sin descanso sobre el apoyabrazos de cuero azul. Yo, desde el asiento de atrás me sentía plenamente feliz, os miraba, os miraba y os volvía a mirar soñando que, tal vez, algún día, alguien pudiese tratarme con semejante dulzura.
Os recuerdo corriendo como adolescentes por las interminables escaleras de la casa, él se moría de risa mientras te perseguía para pellizcarte las posaderas y tú le decías como una niña: “¡¡¡¡No papi, no...ya vale...je,je,je....Noooo...!!!”.
Recuerdo el menú oficial de los domingos que tanto me disgustaba : fabada, carne guisada o filetes empanados y, eso sí, un postre al que era imposible hacerle ascos. Le recuerdo a él jugando fuera con Thor, Hobo, Furia, Jaki, Nube, Niebla, Diana, Irina, Michael, “Gwenina”... -que me disculpen a quienes no menciono porque, bien sabe Dios, que les quise a todos- mientras tú te esmerabas con detalle en ejecutar esas recetas que él te pedía. Nos llamabas al orden cuando todo estaba perfectamente dispuesto y, entones, podíamos comenzar a comer. Yo hacía una especie de bolas inmensas con la carne esperando que me liberases por desperación o pena de su deglución. -Solía colar-
Os recuerdo caminando por donde fuera de la mano, o cogidos del hombro... recuerdo que os besábais con tanta castidad como picardía cuando estaba delante... siempre os pedía : “más, otro, hala, qué asquitooooo!!!!”. Recuerdo cómo cuando dos labios se fundían en un beso de película, alarmado cambiaba de canal como para evitar que esas imágenes contaminasen una mente que él quería preservar virginal: “Esto no es para niños”. Y claro, nunca nada era para niños.
Recuerdo cómo discutíais, me parecíais encantadores. Nunca nada era grave pero siempre era absurdamente desternillante... despues de los gruñidos, subíais enfandados o no a la habitación que papá tenía reservada exclusivamente para dar rienda suelta a la lujuria que los puros le despertaban: El Fumadero de la tercera planta. El único espacio del hogar autorizado para oler a Montecristo. Allí entre habanos, cigarrillos Piper, mantas de cuadros y la tele -como tú decías- “al alto la lleva” os quedábais absolutamente groguis en los sofás de cuero marrón hasta las tantas de la madrugada y, aunque ya fuese demasiado tarde para ir a la cama, íbais y entrelazábais vuestras piernas como si fuesen enredaderas mientras él sepultaba su cabeza bajo la almohada.
Recuerdo cuando todo cambió sin permiso, pero no lo quiero recordar. También recuerdo vuestro último viaje juntos que, por cierto, llegué a presenciar. Me llevásteis a Madrid desde León porque había una maldita Huelga General. Creo que todos, o al menos tú y yo, quisimos que ese viaje no acabase nunca. Llegué a engañarme y a creer que no lo haría, que nunca se iba a acabar... pero se acabó como si jamás hubiese existido.
Recuerdo cómo equivocadamente pensaba que eras débil y recuerdo cómo demostraste que eras tan fuerte como una leona. Recuerdo como luchaste por todos nosotros, como luchaste por ti hasta que el combate te dejó sin aliento... hasta que ya no había nada por lo que luchar... y lo recuerdo todo como una gran lección de vida, como la gran lección de mi vida... y me alegro de que haya sido impartida por la mejor maestra del mundo.
Absentismo Presencial
Estoy frente a un ordenador prehistórico, aburrida como una ostra y rodeada de viejos desconocidos mientras se supone que debería estar haciendo una traducción que, por la cuenta que me trae, ya he terminado. Escucho a Funky Green Dogs con la esperanza de que sean el equivalente a unas cuantas copas de culaquier bebida que tenga muchos, pero muchos grados y pocos hielos. Ebria practicaría con gran maestría el arte del absentismo presencial (una materia novedosísima en la que acabaré por doctorarme “cum laude”). Aún quedan tres horas por delante. No funciona...esta música tiene más revoluciones que grados y más hielo de lo deseable....así que cambio de estilo como de expectativas, sólo busco a una pareja (da igual si es el feo de la clase) que me brinde compañía. Una dósis de realismo. Mi inconsciente ha localizado a un pelirrojo rizoso de melena alborotada y frondosa, con un rubí incrustado en el incisivo derecho, unos ojitos azules, diminutos y chisposos que a penas destacan sobre la palidez fantasmagórica de su redonda carota... y una voz entre chillona y desgarrada...o.más bien..desgarradora... que hace ya demasiados años solía hacer que me temblasen las patitas y que incluso faltase el oxígeno en una habitación vacía, una habitación de tamaño medio en la que sólo estábamos los dos. Y con los dos, siendo honesta...me refiero a mí misma tumbada sobre la una gran alfombra color teja con una cenefa albero y los ojos tan cerrados como los puños e imaginando que esas cosas que aquel pelirojo, pánfilo, inglés cantaba....las cantaba para mí. Suena bien, verdad? Pues no. Quiero decir que sí, que tal vez pueda sonar bien ...pero... no tiene más utilidad que esa, sonar.
Esto de no poder satisfacer ni los objetivos más realistas va a terminar por deprimirme más aún, “aún” como término equivalante a “todavía”. Y encima, me permito el lujo de ir de graciosilla... cuán bajo se puede caer, no hay nada peor que, que una tía siesa como yo pretenda ser lo que no es... y yo, no soy muchas cosas....pero si de entre esas cosas que no soy, tuviese que destacar una...sería lo de graciosa.
Es viernes, ese factor tal vez atenúe la percepción que los perseguidores del absentismo presencial puedan tener sobre mi. Y como he dicho antes, graciosa no soy pero...sincera....sincera un rato, así que lo siguiente es intentar convencerme a mi misma de que ya no busco desesperadamente redentores que salven mi alma y que tampoco despierto el interés de los perseguidores del absentismo, ya ni los perseguidores me perseguirían. Ser prescindible. Menudo drama:“Todos somos prescindibles”. Vale, tal vez todos seamos prescindibles pero...de “tantos, todos...”¿a cuántos les gusta ser conscientes de ello? ¿cuántos lo son? ¿si lo son cómo viven con ello?, ¿cuánto más consciente eres de lo prescindible que eres...más prescindible te haces?
Restan cuarenta y cinco minutos para poder estar sobria durante las próximas sesenta horas. Estoy en medio del baile de graduación de una clase que no es la mía y todos los feos están emparejados.
Esto de no poder satisfacer ni los objetivos más realistas va a terminar por deprimirme más aún, “aún” como término equivalante a “todavía”. Y encima, me permito el lujo de ir de graciosilla... cuán bajo se puede caer, no hay nada peor que, que una tía siesa como yo pretenda ser lo que no es... y yo, no soy muchas cosas....pero si de entre esas cosas que no soy, tuviese que destacar una...sería lo de graciosa.
Es viernes, ese factor tal vez atenúe la percepción que los perseguidores del absentismo presencial puedan tener sobre mi. Y como he dicho antes, graciosa no soy pero...sincera....sincera un rato, así que lo siguiente es intentar convencerme a mi misma de que ya no busco desesperadamente redentores que salven mi alma y que tampoco despierto el interés de los perseguidores del absentismo, ya ni los perseguidores me perseguirían. Ser prescindible. Menudo drama:“Todos somos prescindibles”. Vale, tal vez todos seamos prescindibles pero...de “tantos, todos...”¿a cuántos les gusta ser conscientes de ello? ¿cuántos lo son? ¿si lo son cómo viven con ello?, ¿cuánto más consciente eres de lo prescindible que eres...más prescindible te haces?
Restan cuarenta y cinco minutos para poder estar sobria durante las próximas sesenta horas. Estoy en medio del baile de graduación de una clase que no es la mía y todos los feos están emparejados.
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lunes, 16 de noviembre de 2009
Nubes rojas
Quieres creer y crees. Crees y te equivocas. Te equivocas una y otra vez. Una y otra vez hasta que no puedes más. No puedes más porque no entiendes. No entiendes porqué te tracionan. Te traicionan los que te odian, te traicionan los que te aman. Los que te aman tal vez no te amen. Tal vez no te amen aunque desearían hacerlo. Desearían hacerlo pero anhelan otras cosas. Anhelan otras cosas mientras ven nubes rojas. Nubes rojas de miseria. Nubes rojas sórdidas. Nubes rojas en inglés.
¿Vale una imagen más que mil palabras? Mil palabras contenidas en archivos y por cada archivo un perdón. Perdón pero aguanta, perdone, pero... son muchos archivos. Aguanta hasta que no queden lágrimas que llorar, hasta ser reducida a escombros. Escombros llaman a escombros y llorar nunca sirvió de nada, ¿verdad? Verdad oculta, latente mentira. Y Mentira tras mentira, tras mentira.
Hoy he visto nubes rojas de miseria. Nubes rojas sórdidas. Nubes rojas en inglés. En inglés y de nalgas, en inglés y en la cocina. En una cocina con armarios de pino hoy... porque mañana serán en un baño y pasado en un sofá. Nubes rojas y corsés morados -Thank you gorgeous, it's always a pleasure...-
Quieres creer y crees. Crees y te equivocas. Te equivocas, te explican. Te explican algo que no entiendes. No entiendes porque amas y porque amas odias. Odias odiar pero no queda más remedio. ¿Es mejor el remedio que la enfermedad? Hay enfermedades que no tienen remedio. Hay enfermedades que te contagian su mal.
Las nubes rojas de miseria, sórdidas y en inglés, bien podrían ser moradas, bien podrían no ser nubes... pero siempre serán miserables, sórdidas y, preferiblemente, en inglés.
¿Vale una imagen más que mil palabras? Mil palabras contenidas en archivos y por cada archivo un perdón. Perdón pero aguanta, perdone, pero... son muchos archivos. Aguanta hasta que no queden lágrimas que llorar, hasta ser reducida a escombros. Escombros llaman a escombros y llorar nunca sirvió de nada, ¿verdad? Verdad oculta, latente mentira. Y Mentira tras mentira, tras mentira.
Hoy he visto nubes rojas de miseria. Nubes rojas sórdidas. Nubes rojas en inglés. En inglés y de nalgas, en inglés y en la cocina. En una cocina con armarios de pino hoy... porque mañana serán en un baño y pasado en un sofá. Nubes rojas y corsés morados -Thank you gorgeous, it's always a pleasure...-
Quieres creer y crees. Crees y te equivocas. Te equivocas, te explican. Te explican algo que no entiendes. No entiendes porque amas y porque amas odias. Odias odiar pero no queda más remedio. ¿Es mejor el remedio que la enfermedad? Hay enfermedades que no tienen remedio. Hay enfermedades que te contagian su mal.
Las nubes rojas de miseria, sórdidas y en inglés, bien podrían ser moradas, bien podrían no ser nubes... pero siempre serán miserables, sórdidas y, preferiblemente, en inglés.
sábado, 14 de noviembre de 2009
Regreso a "La Academia" I
Elsa entró en el taller de pintura. Volvía tras dos años de exilio involuntario. Había sido confinada a una cárcel sin óleos ni pinceles por mala conducta. Una tarde de viernes decidió darle unos "golpes de desgracia" a un lienzo que reproducía una obra aburridísima de Salvador Dalí, "Muchacha en la Ventana" (1925). La autora del refrito era una señora de unos cuarenta y tantos que, al parecer, llevaba más de cuatro meses perpetrando semejante plagio. -El talento no siempre se suple con perseverancia- Elsa con tan sólo una década sintió la llamada de la inspiración más homicida y... decidió asesinar a esa cosa abominable con puñaladas de titanlux marrón. Las risas de los compañeros (ya adultos) alcanzaron los debelios suficientes para llamar la atención de sus profesores que, por cierto, pusieron el grito en el cielo, se llevaron las manos a la cabeza...y un montón de frases hechas más. Elsa los recuerda frente a ella como a Los tres monos místicos. Pero los tres monos mísiticos hablaron. Se vieron forzados a juzgar el pequeño crimen pictórico porque la autora del refrito carente de talento había pedido la cabeza de la nena... y ... ellos se la sirvieron en bandeja de plata.
Pero ahora todo había cambiado. Elsa había tenido tiempo suficiente para reflexionar sobre lo acontecido (por eso no se había arrepentido) y volvía a "La Academia " con el rabo entre las piernas. Sólo quería pintar y sabía que de allí salían los pintores más prometedores de la provincia... si había que comportarse, se comportaría. Sólo tenía que dejar encerradas sus tropelías en la cabezota y, preferiblemente, bajo siete llaves.
"La Academia" se había mudado a un edificio en el casco antiguo de la ciudad y mientras subía las escaleras de caracol hasta el último piso contaba los homenajes que las polillas se habían pegado con esa obra maestra de roble macizo. Qué miedo le daban esos tablones que conducían al cielo... Elsa se preguntaba si el siguiente peldaño sería el último porque emitían alaridos de dolor cada vez que los pisaba. Se quejaban y protestaban amenazando con no volverla a sostener... y ella contenía la repiración mientras no podía evitar pensar en las similitudes que esas escaleras tenían con "El paso de la laguna Estigia" Joachim Patinir pero no era Caronte quien la acompañaba en la aventura, sino su abnegada madre que cargaba con paletas, maletines, tablas y tablones... y tampoco había Hades (aunque nadie podría haberlo jurado frente a las puertas del taller).
Elsa vestida de etiqueta para la ocasión, llevaba un gorrito de lana negro con un osito de peluche dispuesto en la frente como si fuese un parásito. Una chaquetita ceñida estilo british, una camisa modosita de cuadritos, una faldita escocesa muy cortita, unos leotardos que no desentonaban con el resto de la indumentaria, unas botitas altas y planas llenas de cordones que le llegaban hasta la rodilla, y , dos trenzas doradas que tapaban los incipientes senos de los que tanto se avergonzaba.
Saludó a sus viejos amigos y encontró el lugar perfecto para soñar, alejado del resto, junto a una antiquísima plancha de hierro para hacer grabados y con unos ventanales altos, un poco guarretes y de corte semicircular. Rehusó utilizar el caballete que le habían asignado -¿Acaso no recordaban que desde los tres años y medio jamás había utilizado semejante artilugio?-
Elsa se calzó un mandilón a rayas azules que, por estar deshilachado, había quedado inservible para las necesidades del cole -cosas de madres- y con grandes reservas, y más que nada por cortesía, se dispuso a conocer a su nuevo profesor. Las presentaciones fueron torpes, el marcador se abrió con dos besos desencontrados y -¡zas!-, un cabezazo. Elsa notó como la pigmentación facial de "ese ser" pasaba "estilo camaleón" por una amplia variedad cromática, eso sí, dentro de la gama del bermellón. No pudo evitar sonreirse con una crueldad intolerable. Él llevaba una bata blanca impoluta que escondía tanto como podía esconder: una camisa tan ñoña como la de cría, un jersey de cuello redondo azul de prusia y unos vaqueros con cierto toque ochentero. -Lamentable-.
¿Dónde estaba el dios de la bohéme objeto de sus más íntimos anhelos? Elsa descendió con su mirada hasta el lugar en el que la bata blanca impoluta no ejercía su dominio y -¡ oh no, cielos!- unas "Panamá Jack". - ¡Lo que faltaba para el duro!-. Era alto, desgarbado , de unos cuarenta y tantos y sin anillo de casado - a Elsa no le extrañó ni un pelo-. Sus manos eran lo más parecido a lo que la pequeña había visto cientos de veces en los cuadros de Domenico Theotocopoulos. Para más inri, "narigudo, con pelo de rata" y unos ojos diminutos, oscuros y vivos... Todo eso y mucho más provocó que Elsa se llegara a plantear que si la raza humana estuviese al borde de la extinción y ellos dos fueran los únicos especímenes restantes capaces de repoblar el planeta... el mundo, sin margen de error, se acabaría. La timidez del Maestro de La Academia le incapacitaba para sostener la mirada altiva e inquisitiva de la niña. Fue entonces cuando Elsa consciente de todo su poder, por primera vez, y a ritmo de jazz, degustó lo bien que sabía eso de sentirse mujer.
Pero ahora todo había cambiado. Elsa había tenido tiempo suficiente para reflexionar sobre lo acontecido (por eso no se había arrepentido) y volvía a "La Academia " con el rabo entre las piernas. Sólo quería pintar y sabía que de allí salían los pintores más prometedores de la provincia... si había que comportarse, se comportaría. Sólo tenía que dejar encerradas sus tropelías en la cabezota y, preferiblemente, bajo siete llaves.
"La Academia" se había mudado a un edificio en el casco antiguo de la ciudad y mientras subía las escaleras de caracol hasta el último piso contaba los homenajes que las polillas se habían pegado con esa obra maestra de roble macizo. Qué miedo le daban esos tablones que conducían al cielo... Elsa se preguntaba si el siguiente peldaño sería el último porque emitían alaridos de dolor cada vez que los pisaba. Se quejaban y protestaban amenazando con no volverla a sostener... y ella contenía la repiración mientras no podía evitar pensar en las similitudes que esas escaleras tenían con "El paso de la laguna Estigia" Joachim Patinir pero no era Caronte quien la acompañaba en la aventura, sino su abnegada madre que cargaba con paletas, maletines, tablas y tablones... y tampoco había Hades (aunque nadie podría haberlo jurado frente a las puertas del taller).
Elsa vestida de etiqueta para la ocasión, llevaba un gorrito de lana negro con un osito de peluche dispuesto en la frente como si fuese un parásito. Una chaquetita ceñida estilo british, una camisa modosita de cuadritos, una faldita escocesa muy cortita, unos leotardos que no desentonaban con el resto de la indumentaria, unas botitas altas y planas llenas de cordones que le llegaban hasta la rodilla, y , dos trenzas doradas que tapaban los incipientes senos de los que tanto se avergonzaba.
Saludó a sus viejos amigos y encontró el lugar perfecto para soñar, alejado del resto, junto a una antiquísima plancha de hierro para hacer grabados y con unos ventanales altos, un poco guarretes y de corte semicircular. Rehusó utilizar el caballete que le habían asignado -¿Acaso no recordaban que desde los tres años y medio jamás había utilizado semejante artilugio?-
Elsa se calzó un mandilón a rayas azules que, por estar deshilachado, había quedado inservible para las necesidades del cole -cosas de madres- y con grandes reservas, y más que nada por cortesía, se dispuso a conocer a su nuevo profesor. Las presentaciones fueron torpes, el marcador se abrió con dos besos desencontrados y -¡zas!-, un cabezazo. Elsa notó como la pigmentación facial de "ese ser" pasaba "estilo camaleón" por una amplia variedad cromática, eso sí, dentro de la gama del bermellón. No pudo evitar sonreirse con una crueldad intolerable. Él llevaba una bata blanca impoluta que escondía tanto como podía esconder: una camisa tan ñoña como la de cría, un jersey de cuello redondo azul de prusia y unos vaqueros con cierto toque ochentero. -Lamentable-.
¿Dónde estaba el dios de la bohéme objeto de sus más íntimos anhelos? Elsa descendió con su mirada hasta el lugar en el que la bata blanca impoluta no ejercía su dominio y -¡ oh no, cielos!- unas "Panamá Jack". - ¡Lo que faltaba para el duro!-. Era alto, desgarbado , de unos cuarenta y tantos y sin anillo de casado - a Elsa no le extrañó ni un pelo-. Sus manos eran lo más parecido a lo que la pequeña había visto cientos de veces en los cuadros de Domenico Theotocopoulos. Para más inri, "narigudo, con pelo de rata" y unos ojos diminutos, oscuros y vivos... Todo eso y mucho más provocó que Elsa se llegara a plantear que si la raza humana estuviese al borde de la extinción y ellos dos fueran los únicos especímenes restantes capaces de repoblar el planeta... el mundo, sin margen de error, se acabaría. La timidez del Maestro de La Academia le incapacitaba para sostener la mirada altiva e inquisitiva de la niña. Fue entonces cuando Elsa consciente de todo su poder, por primera vez, y a ritmo de jazz, degustó lo bien que sabía eso de sentirse mujer.
viernes, 13 de noviembre de 2009
Evelyn
Nació en 1934. Evelyn describe abatares de la Guerra Civil que asegura recordar desde que tenía dos años. Habla sin mucho detalle de refugios instalados en los sótanos de las Casas de Indianos, de la escasez de víveres en una familia de seis, de lo preocupada que andaba su madre porque era una niña demasiado frágil, enfermiza y rebelde. Habla de ello como habla de todo... de forma desenfadada, atropellada e inconexa... Es como una montaña rusa en la que el interés y el desinterés se alternan caprichosamente en un reino anárquico que impide, aunque lo desees, cualquier tentativa para "tomarse un respiro".
Evoca sin inmutarse una escena de su infancia (tenía siete años) en la que lloró amargamente cuando viajó desde la capital a Gijón junto con su madre y sus 3 hermanas para visitar a su padre. Debió resultar impactante para una mocosa ver a un hombre, a todo un "señor de provincia"... a su padre... alimentado a unas gallinas con un mono de trabajo mugriento através de unas verjas. No quiso reconocer al hombre convertido en prisionero.
Cambia de tema sin parar. La llegada del hombre a la luna, sus clases de inglés, de la condena de los Buendía, de sus viajes infinitos, de costura (su gran pasión), del orgullo que sentía por vivir en un pequeño pueblecito hasta que el Ayuntamiento colocó "el semáforo"(víctima de una buena retahila de exabruptos), de la gran mentira que es la televisión, de María Antonia Iglesias y Enrique Quepena (a quienes también dedicó algún verso en arameo), de infusiones exóticas que mezclan pera, piña y frambuesa, de lo exquisita que estaba la cena con la que la había atiborrado, de los "cafetinos" con mi madre frente a la biblioteca de Salinas, de sus hijos, de cocinas que combinaban gas y electricidad hace un porrón de años en la feria de alguna ciudad, de paseos por la playa, de su indisciplina, de lo que considera su libertad... De sus labios salen en tropel los Cien Mil Hijos de San Luis batiendo el récord de una contrarreloj de noventa minutos.
Mientras habla no puedo dejar de mirarla, siempre me sucede con ella. Qué contradicción tan fascinante y abismal existe entre la serenidad de su apariencia y la convulsión de su verbo, parecen enemigos irreconciliables.... pero en algún lugar que desconozco se establece la tregua. Estudio una y otra vez su fisionomía e intento imaginarla joven aunque el esfuerzo es inútil... inútil y estúpido. Inútil por infructífero y estúpido porque es perfecta tal como es. Me recuerda a Rapunzel con su interminable trenza brillante, albina y delicada que reposa plácidamente sobre su hombro izquierdo. Parece una princesa de cuento de hadas con un rostro limpio (de esos que hoy día ya no se ven) despojado de cualquier elixir de la eterna juventud. Viste de forma informal, con una camiseta colorida, unas botitas negras, unos jeans y un collar de avalorios estilo hippie. Sus movimientos son suaves, pausados, elegantes...
Evelyn irradia un poderosísmo halo de algo indescriptible y fascinante propio de esas personas capaces de preservar la pureza de la niñez a lo largo de la vida. Entre parpadeo y parpadeo, queda tiempo suficiente, para soñar que soy ella.
Evoca sin inmutarse una escena de su infancia (tenía siete años) en la que lloró amargamente cuando viajó desde la capital a Gijón junto con su madre y sus 3 hermanas para visitar a su padre. Debió resultar impactante para una mocosa ver a un hombre, a todo un "señor de provincia"... a su padre... alimentado a unas gallinas con un mono de trabajo mugriento através de unas verjas. No quiso reconocer al hombre convertido en prisionero.
Cambia de tema sin parar. La llegada del hombre a la luna, sus clases de inglés, de la condena de los Buendía, de sus viajes infinitos, de costura (su gran pasión), del orgullo que sentía por vivir en un pequeño pueblecito hasta que el Ayuntamiento colocó "el semáforo"(víctima de una buena retahila de exabruptos), de la gran mentira que es la televisión, de María Antonia Iglesias y Enrique Quepena (a quienes también dedicó algún verso en arameo), de infusiones exóticas que mezclan pera, piña y frambuesa, de lo exquisita que estaba la cena con la que la había atiborrado, de los "cafetinos" con mi madre frente a la biblioteca de Salinas, de sus hijos, de cocinas que combinaban gas y electricidad hace un porrón de años en la feria de alguna ciudad, de paseos por la playa, de su indisciplina, de lo que considera su libertad... De sus labios salen en tropel los Cien Mil Hijos de San Luis batiendo el récord de una contrarreloj de noventa minutos.
Mientras habla no puedo dejar de mirarla, siempre me sucede con ella. Qué contradicción tan fascinante y abismal existe entre la serenidad de su apariencia y la convulsión de su verbo, parecen enemigos irreconciliables.... pero en algún lugar que desconozco se establece la tregua. Estudio una y otra vez su fisionomía e intento imaginarla joven aunque el esfuerzo es inútil... inútil y estúpido. Inútil por infructífero y estúpido porque es perfecta tal como es. Me recuerda a Rapunzel con su interminable trenza brillante, albina y delicada que reposa plácidamente sobre su hombro izquierdo. Parece una princesa de cuento de hadas con un rostro limpio (de esos que hoy día ya no se ven) despojado de cualquier elixir de la eterna juventud. Viste de forma informal, con una camiseta colorida, unas botitas negras, unos jeans y un collar de avalorios estilo hippie. Sus movimientos son suaves, pausados, elegantes...
Evelyn irradia un poderosísmo halo de algo indescriptible y fascinante propio de esas personas capaces de preservar la pureza de la niñez a lo largo de la vida. Entre parpadeo y parpadeo, queda tiempo suficiente, para soñar que soy ella.
jueves, 12 de noviembre de 2009
Tras los cristales
¿Quién no se ha escondido alguna vez tras un cristal para participar furtiva y tácitamente de la vida de otras personas? ¿Quién no ha aprovechado la oscuridad para buscar más oscuridad? ¿Quién no ha convertido, desnudando el pudor, a un completo extraño en un viejo conocido? ¿Quién no ha ofrecido compañía a un solitario? ¿Quién no ha codiciado un cuerpo que jamás le iba a pertenecer? ¿Quién no ha imaginado nunca que tras un cristal aguarda la vida que jamás vamos a vivir?
Siempre a solas, siempre en silencio, siempre atentos, siempre culpables, siempre animales, siempre conscientes y abyectos, pero siempre, siempre, al abrigo gélido de la lobreguez.
En esos momentos, las únicas luces que no deseamos ver son las nuestras. La noche con su perversa zalamería (y más perversa que zalamera) nos brinda toda la complicidad que creemos necesitar para llenar el agujero negro de lo que queda de alma.
Tras los cristales hay más cristales, más miserias que satisfacciones, más historietas que historias, más impersonalidad que introspección... más muerte que vida. He decidido bajar las persianas.
Siempre a solas, siempre en silencio, siempre atentos, siempre culpables, siempre animales, siempre conscientes y abyectos, pero siempre, siempre, al abrigo gélido de la lobreguez.
En esos momentos, las únicas luces que no deseamos ver son las nuestras. La noche con su perversa zalamería (y más perversa que zalamera) nos brinda toda la complicidad que creemos necesitar para llenar el agujero negro de lo que queda de alma.
Tras los cristales hay más cristales, más miserias que satisfacciones, más historietas que historias, más impersonalidad que introspección... más muerte que vida. He decidido bajar las persianas.
miércoles, 11 de noviembre de 2009
Spaghetti Western
Hace apenas un año no sabía ni que existían los "Spaghetti Western". Y la incursión en el súbgenero fue... cómo describirlo... "intensa". El culpable de mi "primera vez" (y de la segunda, tercera, cuarta...) llevaba semanas allanando el terreno: "No se si te gustará... pero yo creo que sí. Es un tipo de cine "especial". Solían ser coproducciones entre Italia y España... y los directores italianos acostumbraban a cambiar sus apellidos tomando como base los originales para que sonasen más "yanki". Cuando se grababan íntegramente en España se denominaban: "Chorizo Western". Gozaban de gran éxito en las décadas de los sesenta y setenta...pero los de finales de los setenta no tienen mucho que ver con los de los sesenta, ya que, terminaban siendo parodias de los primigenios...bla-bla-bla".
Como os podéis imaginar, tanto esmero en las explicaciones me provocaba una sensación de desconfianza brutal. Vamos, daba por sentado que tras cinco minutos de peli quedaría traumatizada para toda la vida. No me equivoqué. Cinco minutos de "Keoma" fueron suficientes para dejarme petrificada como una estatua. Es que, como sabréis, las bandas sonoras de los "spaghetti" son, podríamos decirlo así... "muy heavys", y ésta lo era en especial. Nunca había oído nada tan espeluznante, estridente, arrítmico, hortera y repetitivo. Jo, la verdad es que lo tenía todo. Eh ahí otra característica de los spaghetti: la música es siempre así de tremenda. Sólo varía el grado de mal gusto en la composición. Pero... de lo horrendas que son te acaban fascinando. Y encima... son como una especie de hedor eterno, en cuanto escuchas tan "dulces descomposiciones" te intoxican y no puedes dejar de repetirlas una y otra y otra vez en tu cabezota, tararearlas mientras cocinas o silbarlas ( quienes lo sepan hacer) en la ducha o... en Todi.
Volvamos a "Keoma", el tío capullo...llamémosle Ambrosio, no la escogió al azar. ¿Por qué? Quería poner a prueba mi umbral diferencial de dolor. No era un spaghetti común era...agarráos los machos: Un SPAGHETTI WESTERN CON ELEMENTOS FANTÁSTICOS. La figura de la muerte perseguía al desalmado hijo de puta del protagonista mientras arrastraba de forma siniestra un carro. ¿Qué me decís de Franco Nero? uno de los actores fetiche del sub subgénero... De pronto, veo a un guaperas con pinta de Jesucristo que se supone es "un tío duro de verdad" y descubro una regla de oro: Los protagonistas de estas pelis tienen apariencia de maricona superlativa pese a desempeñar el papel de nenes malos, malos, malos de verdad. Son tipos delgaditos, teñidos de rubio o de naranja que con mucho maquillaje (incluso eyeliner) y más posturita, acarician "Colts" y "Winchesters" mientras ignoran a las mujeres.
Aún hoy soy incapaz de identificar los títulos, y veréis por qué, os ilustro a continuación. Tomemos como referencia la palabra dólar:
Un dólar agujereado, Un dólar de fuego, Siete Dólares al rojo, Un río de dólares, Tu cabeza por mil dólares, 20.000 dólares por un cadáver, Un dólar y una tumba, Un dólar de recompensa, Un dólar para Sartana... ¿Os váis haciendo una "pequeña idea" de lo difícil que es poder reproducir el título de una peli que acabas de ver?...Hacen que parezcas retrasado:
- ¿Qué película has visto?-
- Ehm... un dólar para...¡Noo!.. espera... si lo tengo en la punta de la lengua... cuatro dólares por ...-
Y cuando la razón de tu repentino ataque de idiocia no se debe a la confusión que produce que casi todas se titulen igual... es por que tienen títulos estrambóticos e interminables imposibles de reproducir: "Si te encuentras con Sartata ruega por tu muerte", "El Puro se sienta, espera y dispara", "La venganza es un plato que se sirve frío"...
Hace dos meses iba yo feliz como una lombriz y dando saltitos por las calles de Sigüenza y Ambrosio (dulce vengancita) me dijo: "Chiquilla mía, que eres la chica que más sabe de Spaghetti Western de España tal vez del mundo mundial... A ver bendita mía... dime cinco directores, ahora cinco actores, algún compositor...." Jo. Me sentí orgullosa de poder, no sin esfuerzo, responder con estreñimiento a tan arduas preguntas.
Los actores. ¡Ah, los actores! como la experta que soy (carraspeo), tengo mis fobias elevadas a la enésima potencia ( Anthoni Steffen, Giulianno Gemma, Franco Nero, Peter Lee Lawrence..), y mis filias contenidas (William Berger y Klaus Kinski), por otros, siento cierta "simpatía" (Gianni Garko, Gian María Volonté y nuestro Fernando Sancho que no se perdía una el tío haciendo, eso sí, casi siempre de Mexicano) y, a otros, que me disculpen, porque aún no tengo el placer. Pero, hay alguien especial entre todos ellos, un actor que hace que "París bien valga una misa". Ambrosio soñó que, dicho actor, guardaba una relación de consanguinidad en primer grado con una servidora y desde entonces le llamo "Papá". Sí, mi papi es nada más y nada menos que LEE VAN CLEEF. Papi es capaz de dignificar cualquier bodriete almeriense en cuanto aparece en pantalla montado sobre un caballo que siempre resulta pequeño para lo grandote que es mi bello progenitor, eso le da un toque dulcemente ridículo. Un hombretón sobre su diminuto pony, es una imagen tan antierótica que automáticamente se vuelve hiper erótica. Lee tiene facciones de ave rapaz al igual que el señor Cárcaba. Lee exageradas y el señor Cárcaba moderadas y discretas. Uno posee un vozarrón cuasi rasgado y sexy, y el otro una voz normal con acento asturiano. Lee vive interpretando un papel y mi padre vive en realidad los papeles que Lee interpreta. Así que tengo dos papis cowboys y forasteros. No todo el mundo tiene dos papis, y mucho menos dos papis tan duros que corten al viento.
Sí que me gustan los spaghetti. Con tomáte o con bechamel, a la marinera o a la carbonara, con parmesano o con emmental... pero si van acompañados por western, siempre contigo y nunca sin tí. ¡Qué equivocado estaba Ambrosio cuando se atrevió a escribir que: "...a las chicas de provincias –y mucho menos si son rubias– nunca les han gustado los spaghetti-westerns"!!!!!.
NOTA BENE: Un truco para los no iniciados. El truco de las tres "S" que corresponden a tres directores emblemáticos: Sergio Leone, Sergio Solima y Sergio Corbucci. Y un consejo: No comencéis a experimentar con "Keoma" eso es como empezar a aprender inglés por el Advance
BANG-BANG-BANG-BANG-BANG!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Como os podéis imaginar, tanto esmero en las explicaciones me provocaba una sensación de desconfianza brutal. Vamos, daba por sentado que tras cinco minutos de peli quedaría traumatizada para toda la vida. No me equivoqué. Cinco minutos de "Keoma" fueron suficientes para dejarme petrificada como una estatua. Es que, como sabréis, las bandas sonoras de los "spaghetti" son, podríamos decirlo así... "muy heavys", y ésta lo era en especial. Nunca había oído nada tan espeluznante, estridente, arrítmico, hortera y repetitivo. Jo, la verdad es que lo tenía todo. Eh ahí otra característica de los spaghetti: la música es siempre así de tremenda. Sólo varía el grado de mal gusto en la composición. Pero... de lo horrendas que son te acaban fascinando. Y encima... son como una especie de hedor eterno, en cuanto escuchas tan "dulces descomposiciones" te intoxican y no puedes dejar de repetirlas una y otra y otra vez en tu cabezota, tararearlas mientras cocinas o silbarlas ( quienes lo sepan hacer) en la ducha o... en Todi.
Volvamos a "Keoma", el tío capullo...llamémosle Ambrosio, no la escogió al azar. ¿Por qué? Quería poner a prueba mi umbral diferencial de dolor. No era un spaghetti común era...agarráos los machos: Un SPAGHETTI WESTERN CON ELEMENTOS FANTÁSTICOS. La figura de la muerte perseguía al desalmado hijo de puta del protagonista mientras arrastraba de forma siniestra un carro. ¿Qué me decís de Franco Nero? uno de los actores fetiche del sub subgénero... De pronto, veo a un guaperas con pinta de Jesucristo que se supone es "un tío duro de verdad" y descubro una regla de oro: Los protagonistas de estas pelis tienen apariencia de maricona superlativa pese a desempeñar el papel de nenes malos, malos, malos de verdad. Son tipos delgaditos, teñidos de rubio o de naranja que con mucho maquillaje (incluso eyeliner) y más posturita, acarician "Colts" y "Winchesters" mientras ignoran a las mujeres.
Aún hoy soy incapaz de identificar los títulos, y veréis por qué, os ilustro a continuación. Tomemos como referencia la palabra dólar:
Un dólar agujereado, Un dólar de fuego, Siete Dólares al rojo, Un río de dólares, Tu cabeza por mil dólares, 20.000 dólares por un cadáver, Un dólar y una tumba, Un dólar de recompensa, Un dólar para Sartana... ¿Os váis haciendo una "pequeña idea" de lo difícil que es poder reproducir el título de una peli que acabas de ver?...Hacen que parezcas retrasado:
- ¿Qué película has visto?-
- Ehm... un dólar para...¡Noo!.. espera... si lo tengo en la punta de la lengua... cuatro dólares por ...-
Y cuando la razón de tu repentino ataque de idiocia no se debe a la confusión que produce que casi todas se titulen igual... es por que tienen títulos estrambóticos e interminables imposibles de reproducir: "Si te encuentras con Sartata ruega por tu muerte", "El Puro se sienta, espera y dispara", "La venganza es un plato que se sirve frío"...
Hace dos meses iba yo feliz como una lombriz y dando saltitos por las calles de Sigüenza y Ambrosio (dulce vengancita) me dijo: "Chiquilla mía, que eres la chica que más sabe de Spaghetti Western de España tal vez del mundo mundial... A ver bendita mía... dime cinco directores, ahora cinco actores, algún compositor...." Jo. Me sentí orgullosa de poder, no sin esfuerzo, responder con estreñimiento a tan arduas preguntas.
Los actores. ¡Ah, los actores! como la experta que soy (carraspeo), tengo mis fobias elevadas a la enésima potencia ( Anthoni Steffen, Giulianno Gemma, Franco Nero, Peter Lee Lawrence..), y mis filias contenidas (William Berger y Klaus Kinski), por otros, siento cierta "simpatía" (Gianni Garko, Gian María Volonté y nuestro Fernando Sancho que no se perdía una el tío haciendo, eso sí, casi siempre de Mexicano) y, a otros, que me disculpen, porque aún no tengo el placer. Pero, hay alguien especial entre todos ellos, un actor que hace que "París bien valga una misa". Ambrosio soñó que, dicho actor, guardaba una relación de consanguinidad en primer grado con una servidora y desde entonces le llamo "Papá". Sí, mi papi es nada más y nada menos que LEE VAN CLEEF. Papi es capaz de dignificar cualquier bodriete almeriense en cuanto aparece en pantalla montado sobre un caballo que siempre resulta pequeño para lo grandote que es mi bello progenitor, eso le da un toque dulcemente ridículo. Un hombretón sobre su diminuto pony, es una imagen tan antierótica que automáticamente se vuelve hiper erótica. Lee tiene facciones de ave rapaz al igual que el señor Cárcaba. Lee exageradas y el señor Cárcaba moderadas y discretas. Uno posee un vozarrón cuasi rasgado y sexy, y el otro una voz normal con acento asturiano. Lee vive interpretando un papel y mi padre vive en realidad los papeles que Lee interpreta. Así que tengo dos papis cowboys y forasteros. No todo el mundo tiene dos papis, y mucho menos dos papis tan duros que corten al viento.
Sí que me gustan los spaghetti. Con tomáte o con bechamel, a la marinera o a la carbonara, con parmesano o con emmental... pero si van acompañados por western, siempre contigo y nunca sin tí. ¡Qué equivocado estaba Ambrosio cuando se atrevió a escribir que: "...a las chicas de provincias –y mucho menos si son rubias– nunca les han gustado los spaghetti-westerns"!!!!!.
NOTA BENE: Un truco para los no iniciados. El truco de las tres "S" que corresponden a tres directores emblemáticos: Sergio Leone, Sergio Solima y Sergio Corbucci. Y un consejo: No comencéis a experimentar con "Keoma" eso es como empezar a aprender inglés por el Advance
BANG-BANG-BANG-BANG-BANG!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
martes, 10 de noviembre de 2009
No pienses
Esta mañana me desperté deseando que todo hubiese sido un mal sueño de los que suelen hacer la ronda cuando duermo. Me desperté sobresaltada y sus labios actuaron como un bálsamo reparador, sus brazos (más turbados de lo habitual) se sobrepusieron para acallar el dolor que ambos sentimos. Fundimos nuestras almas en una como acostumbramos. Unos segundos, sólo unos segundos... el día había comenzado y la pesadilla continuaría. -Por favor, déjanos. Vete para no volver, vuelve a tu madriguera y arrastra contigo la asfixia de tu infierno- Con la torpeza que acompaña a unos ojos que no quieren abrirse y mucho frío me abrí paso hacia un salón vacío y cogí sin cuidado el disfraz que había escogido para la función la noche anterior. Entre tiritona y tiritona encajé las piezas sobre mi puzle.-Desde que le conocí, es un puzle completo, complejo y hermoso, Dios mío, tan hermoso. No pude esconder las cavernas que sostenían una mirada que no reconozco, una mirada esquiva, una mirada ajena, extraña. Desistí.
Borré con esmero las huellas de mi estancia y borrándolas lloré porque sentía que estaba borrando las huellas de un crimen que no había cometido. A la vez me preguntaba si estaba obrando bien, si no estaría siendo demasiado concienzuda, si no estaría borrando algo más que el rastro de dos días. -Quise creer que no- Cerré la puerta, bajé las bolsas de basura y recé para que todo estuviera bien.
Emprendí la carrera hacia la peor función del mundo a golpe de taconazo. Jacometrezo. Me pongo sus gafas para divisar el reloj que nunca señala horas distintas y sigo clavando cuchillas en el pavimento. No están. Cada mañana les veo y hoy no están. Me entristezco. Suelen estar tumbados sobre una mantita harapienta junto a una marquesina atestada de animales atropellados para los que son transparentes. Tienen una mirada tierna, triste y resignada que rezuma lealtad. Les entiendo y lo saben. Junto a la marquesina hay un chigre mugroso que apesta a carajitos de desesperación. Como parte de un ritual estúpido asomo la cabeza porqué se que esperan a alguien que está ahí. Siempre me preguntaba quiénes y cómo serían. El lunes salí de dudas. Les vi a todos juntos y juntos sumaban cuatro. Son mendigos, mendigos repletos de indigencias. No supe si odiarlos o amarlos... así que opté por la mezcla... pero hoy no estaban.
Llegué al metro y como una especie de autómata hablé el lenguaje de las máquinas. Alimentándolas con metal me dieron lo que necesitaba y descendí al tunel. Faltaban 3 minutos. -¡¡¡Mierda!!!- 3minutos tan arrogantes que pasaban intencionadamente lentos como si aspirasen a ser horas. Miro, me miran... y dejo que me destrocen sin resistencia. Y desde ahí, las vías como harpías de garras afiladas, inyectan con argucias la dósis de confusión necesaria para que les entregues el alma a cambio de una falsa paz. Son atractivas como la brisa rancia que las escolta. Pasan los tres minutos y en manada nos dirigimos todos, pese la oferta, a un mismo lugar. Holocausto.
Llego a mi destino cabizbaja y movida por una fuerza a la que no le he preguntado su nombre todavía pese a que somos viejas amigas. Cruzo la calle de la mano de un cigarrillo que me provoca hartazgo y pasamos a recoger a otro amigo caliente, amargo y revitalizante. De pronto él. Tampoco se su nombre, le encuentro en la barra como siempre, sonriente, vulnerable, amable. Me pregunta retóricamente cómo estoy por cortesía... y, como hace mucho que la cortesía se me antoja pesada, no me esfuerzo mucho en la respuesta. Me dice: "No pienses tanto, no pienses". La invitación apareció ante mis oidos vírgen, atractiva y poderosa. Siempre había despreciado esas palabras. Estamos llenos de desprecio. Rechacé esa proposición indecente y seguí dándole vueltas en el ascensor...-¡¡¡¡¡Mierda!!!! se me ha olvidado la entrada de la función- Miento al revisor que fruce el ceño...joder, no me extraña... me roban el bolso todos los días. Podría haberme esmerado más...el revisor se sintió ofendido por mi vagancia y a regañadientes permitió que me sentase sóla en el gallinero.
Los actores son penosos. Tanto como el decorado, tanto como mi disfraz. 8 horas de diabladabla de Babel y desaparecen las distracciones que me hacen descansar de la culpa, de la insensatez, de la miseria que yo misma he desencadenado sin pretenderlo. Son las 21.30 y estás conmigo, espero estar yo contigo, susurrándote cuánto te amo e intentando despertemos juntos de esta pesadilla que sólo se va cuando tengo malos sueños. Esos ya no molestan. Vuela conmigo lejos, vuela conmigo lejos, alto, alto... quiéreme siempre.
Oigo una voz dulce que, en cierto modo me libera:"No pienses, no pienses, no pienses" y... le doy las gracias a un extraño
Borré con esmero las huellas de mi estancia y borrándolas lloré porque sentía que estaba borrando las huellas de un crimen que no había cometido. A la vez me preguntaba si estaba obrando bien, si no estaría siendo demasiado concienzuda, si no estaría borrando algo más que el rastro de dos días. -Quise creer que no- Cerré la puerta, bajé las bolsas de basura y recé para que todo estuviera bien.
Emprendí la carrera hacia la peor función del mundo a golpe de taconazo. Jacometrezo. Me pongo sus gafas para divisar el reloj que nunca señala horas distintas y sigo clavando cuchillas en el pavimento. No están. Cada mañana les veo y hoy no están. Me entristezco. Suelen estar tumbados sobre una mantita harapienta junto a una marquesina atestada de animales atropellados para los que son transparentes. Tienen una mirada tierna, triste y resignada que rezuma lealtad. Les entiendo y lo saben. Junto a la marquesina hay un chigre mugroso que apesta a carajitos de desesperación. Como parte de un ritual estúpido asomo la cabeza porqué se que esperan a alguien que está ahí. Siempre me preguntaba quiénes y cómo serían. El lunes salí de dudas. Les vi a todos juntos y juntos sumaban cuatro. Son mendigos, mendigos repletos de indigencias. No supe si odiarlos o amarlos... así que opté por la mezcla... pero hoy no estaban.
Llegué al metro y como una especie de autómata hablé el lenguaje de las máquinas. Alimentándolas con metal me dieron lo que necesitaba y descendí al tunel. Faltaban 3 minutos. -¡¡¡Mierda!!!- 3minutos tan arrogantes que pasaban intencionadamente lentos como si aspirasen a ser horas. Miro, me miran... y dejo que me destrocen sin resistencia. Y desde ahí, las vías como harpías de garras afiladas, inyectan con argucias la dósis de confusión necesaria para que les entregues el alma a cambio de una falsa paz. Son atractivas como la brisa rancia que las escolta. Pasan los tres minutos y en manada nos dirigimos todos, pese la oferta, a un mismo lugar. Holocausto.
Llego a mi destino cabizbaja y movida por una fuerza a la que no le he preguntado su nombre todavía pese a que somos viejas amigas. Cruzo la calle de la mano de un cigarrillo que me provoca hartazgo y pasamos a recoger a otro amigo caliente, amargo y revitalizante. De pronto él. Tampoco se su nombre, le encuentro en la barra como siempre, sonriente, vulnerable, amable. Me pregunta retóricamente cómo estoy por cortesía... y, como hace mucho que la cortesía se me antoja pesada, no me esfuerzo mucho en la respuesta. Me dice: "No pienses tanto, no pienses". La invitación apareció ante mis oidos vírgen, atractiva y poderosa. Siempre había despreciado esas palabras. Estamos llenos de desprecio. Rechacé esa proposición indecente y seguí dándole vueltas en el ascensor...-¡¡¡¡¡Mierda!!!! se me ha olvidado la entrada de la función- Miento al revisor que fruce el ceño...joder, no me extraña... me roban el bolso todos los días. Podría haberme esmerado más...el revisor se sintió ofendido por mi vagancia y a regañadientes permitió que me sentase sóla en el gallinero.
Los actores son penosos. Tanto como el decorado, tanto como mi disfraz. 8 horas de diabladabla de Babel y desaparecen las distracciones que me hacen descansar de la culpa, de la insensatez, de la miseria que yo misma he desencadenado sin pretenderlo. Son las 21.30 y estás conmigo, espero estar yo contigo, susurrándote cuánto te amo e intentando despertemos juntos de esta pesadilla que sólo se va cuando tengo malos sueños. Esos ya no molestan. Vuela conmigo lejos, vuela conmigo lejos, alto, alto... quiéreme siempre.
Oigo una voz dulce que, en cierto modo me libera:"No pienses, no pienses, no pienses" y... le doy las gracias a un extraño
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lunes, 9 de noviembre de 2009
Entrelíneas
Quiero dejar de leerte entrelíneas y dejar de utilizar la imaginación para adivinarme en ellas.
Las entrelíneas son cómplices, de vez en cuando cooperadoras necesarias, pero jamás serán condenadas por un delito en primer grado, nunca admitirán su autoría, la autoría de las palabras, la autoría de los sentimientos. Las entrelíneas son cobardes... o es cobarde quien se esconde tras ellas como lo haría cualquier chiquillo aterrado aferrándose a las faldas de una madre.
Las líneas son otra cosa, ¿no es cierto? Pueden ser sinceras o propagar calumnias incandescentes... pero, al fin y al cabo, son. Las líneas pueden hacer que comprendas lo que hasta ese momento no comprendías, hacer que completes lo que complementa una caricia.
Adoro leerte como un pentagrama, surcar cada línea de tu cuerpo que venero con la lentitud de un mar en calma o con la compulsión que provocaría el Poseidón más iracundo, adoro emplear la cartografía cuando pateo a tientas el mapa de tu alma brumosa, adoro recordar las matemáticas del colegio cuando juego a trazar rectas tangentes entre las sábanas que respetan castamente la teoría y te tocan en un punto sin llegar a cortarte, adoro las líneas de metro amarillas y verdes que me llevan a la torre de marfil que cada día siento más mía, adoro las líneas telefónicas que mantienen el castigo de la distancia a raya cuando me susurras al oído un "te quiero" tierno y travieso, adoro perderme y perderme y perderme en tus líneas... incluso en todas y cada una de las que dedicas a otras. Me gustan las líneas. Son construcciones férreas, estoicas, valientes.
Las entrelíneas estan hechas para mentes menos cansadas que la mía. Tus entrelíneas siempre llenan ese espacio en blanco con vacío, con decepción. Espero tener algún día un cuerpo nueve, de cualquier tipografía, y poder reírme con desdén desde mi renglón, del espacio formal que me separa del siguiente y del siguiente... Tal vez llegue el día en que deje de soñar que soy para ti algo tan alto y tan sublime como lo han sido todas tus líneas. Tal vez llegue el día en que se disipe el enigma de quién soy y cómo me recuerdas.
Las entrelíneas son cómplices, de vez en cuando cooperadoras necesarias, pero jamás serán condenadas por un delito en primer grado, nunca admitirán su autoría, la autoría de las palabras, la autoría de los sentimientos. Las entrelíneas son cobardes... o es cobarde quien se esconde tras ellas como lo haría cualquier chiquillo aterrado aferrándose a las faldas de una madre.
Las líneas son otra cosa, ¿no es cierto? Pueden ser sinceras o propagar calumnias incandescentes... pero, al fin y al cabo, son. Las líneas pueden hacer que comprendas lo que hasta ese momento no comprendías, hacer que completes lo que complementa una caricia.
Adoro leerte como un pentagrama, surcar cada línea de tu cuerpo que venero con la lentitud de un mar en calma o con la compulsión que provocaría el Poseidón más iracundo, adoro emplear la cartografía cuando pateo a tientas el mapa de tu alma brumosa, adoro recordar las matemáticas del colegio cuando juego a trazar rectas tangentes entre las sábanas que respetan castamente la teoría y te tocan en un punto sin llegar a cortarte, adoro las líneas de metro amarillas y verdes que me llevan a la torre de marfil que cada día siento más mía, adoro las líneas telefónicas que mantienen el castigo de la distancia a raya cuando me susurras al oído un "te quiero" tierno y travieso, adoro perderme y perderme y perderme en tus líneas... incluso en todas y cada una de las que dedicas a otras. Me gustan las líneas. Son construcciones férreas, estoicas, valientes.
Las entrelíneas estan hechas para mentes menos cansadas que la mía. Tus entrelíneas siempre llenan ese espacio en blanco con vacío, con decepción. Espero tener algún día un cuerpo nueve, de cualquier tipografía, y poder reírme con desdén desde mi renglón, del espacio formal que me separa del siguiente y del siguiente... Tal vez llegue el día en que deje de soñar que soy para ti algo tan alto y tan sublime como lo han sido todas tus líneas. Tal vez llegue el día en que se disipe el enigma de quién soy y cómo me recuerdas.
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domingo, 8 de noviembre de 2009
Clara y yo
La puerta del salón se cerró. El silencio dio paso al silencio. Clara volvía a sorprenderse al reparar en que durante los últimos seis meses había estado sóla, tan sóla como siempre. Tendida sobre la tapicería raída del sofá intentó reaccionar durante horas. Necesitaba saber si seguía viva. Quiso llorar pero tuvo que conformarse con mirar embobada los desconchones del techo que un día fue albero. Se había ido, sí... pero ¿iba a volver? No. Nunca volvían. Al menos, no sobrios. Clara hizo un receso en su proceso de atracón visual de cal y, con desgana extendió el brazo izquierdo para probar suerte a la hora de alcanzar una taza con más desconchones que sus paredes y que contenía un té que, probablemente por su densidad y concentración, llevase allí un día entero.-¡Qué asco!-
La taza acabó en la alfombra y el té en la taza. La manta que cubría el escuálido cuerpo de Clara no era capaz de quitarle el frío que sentía. Ese frío no se quitaba con ni mantas, ni con edredones, ni con calefactores, ni con la combinación de todos ellos. Las vistas desde el sofá de tapicería raída eran desoladoras. Todo revuelto, todo mugriento, todo nada. Cajas de cartón que contenían porciones de pizza de homenajes pasados, latas de bebidas gaseosas amontonadas, envoltorios de chocolatinas, ropa interior sucia por el suelo, zapatos desparejados con tacones desgastados, plantas muertas por la sequía, cuadros torcidos que parecían sujetar las paredes, mandos a distacia pringosos, un teléfono inalámbrico difunto por inanición energética... todo eso era Clara y Clara tenía frío.
A tumbos cruzó el accidentado paso de 15 metros hacia la habitación. Allí estaba la cama esperándo consolar a Clara. Estaba deshecha como lo había estado desde que Clara se había mudado a ese apartamentucho que sus padres nunca le habían ayudado a pagar. Subió a la cama como si ascenciese el Everest, colocó los cojines como pudo y decidió seguir soñando " al abrigo de otra lucidez".
Las horas pasaron lentas, y Clara se despertó sin despertar. Intentó abrazar algo mientras se desperezaba pero el último se había ido. ¿Cómo se llamaba? Daba igual. Todos los que por allí habían pasado eran el mismo. Un tipo único. Un tipo vulgar. Pero Clara echaba de menos abrazar al último don nadie. Siempre echaba de menos abrazar al último Don Nadie hasta que se topaba con el siguiente. Un rayo de luz entró por la ventana y Clara lo odió porque no quería que nada perturbase ese momento de recreación en su soledad. Bajó la persiana y se dirigió semidesnuda al baño con los pies descalzos. El baño no tenía un aspecto mejor que el salón. Caminó como Jesús sobre un mar de revistas y calcetines desparejados hasta la taza del báter. El cuadro era dantesco y, allí sentada para seguir no haciendo nada, y con las bragas en los tobillos, Clara lloró y lloró. Tras el báter, el lavabo, y tras el lavabo levantó la cabeza para enfrentarse al espejo. El espejo fue cruel. Clara no quería seguir mirando pero algo le impedía apartar la vista, algo le impedía parpadear. Absorta ante la imagen de sordidez que el reflejo devolvía decidió descansar. Decidir aturdida es sinónimo de fracaso..pero, al fin y al cabo, estaba acostumbrada a decidir, y por tanto, a fracasar. Pastillas, cuchillas, saltos al vacío... y al final del camino... ese jodido“Complejo de Atropos”. El móvil de Clara gritó para impedirlo y Clara lo dejó gritar.
La taza acabó en la alfombra y el té en la taza. La manta que cubría el escuálido cuerpo de Clara no era capaz de quitarle el frío que sentía. Ese frío no se quitaba con ni mantas, ni con edredones, ni con calefactores, ni con la combinación de todos ellos. Las vistas desde el sofá de tapicería raída eran desoladoras. Todo revuelto, todo mugriento, todo nada. Cajas de cartón que contenían porciones de pizza de homenajes pasados, latas de bebidas gaseosas amontonadas, envoltorios de chocolatinas, ropa interior sucia por el suelo, zapatos desparejados con tacones desgastados, plantas muertas por la sequía, cuadros torcidos que parecían sujetar las paredes, mandos a distacia pringosos, un teléfono inalámbrico difunto por inanición energética... todo eso era Clara y Clara tenía frío.
A tumbos cruzó el accidentado paso de 15 metros hacia la habitación. Allí estaba la cama esperándo consolar a Clara. Estaba deshecha como lo había estado desde que Clara se había mudado a ese apartamentucho que sus padres nunca le habían ayudado a pagar. Subió a la cama como si ascenciese el Everest, colocó los cojines como pudo y decidió seguir soñando " al abrigo de otra lucidez".
Las horas pasaron lentas, y Clara se despertó sin despertar. Intentó abrazar algo mientras se desperezaba pero el último se había ido. ¿Cómo se llamaba? Daba igual. Todos los que por allí habían pasado eran el mismo. Un tipo único. Un tipo vulgar. Pero Clara echaba de menos abrazar al último don nadie. Siempre echaba de menos abrazar al último Don Nadie hasta que se topaba con el siguiente. Un rayo de luz entró por la ventana y Clara lo odió porque no quería que nada perturbase ese momento de recreación en su soledad. Bajó la persiana y se dirigió semidesnuda al baño con los pies descalzos. El baño no tenía un aspecto mejor que el salón. Caminó como Jesús sobre un mar de revistas y calcetines desparejados hasta la taza del báter. El cuadro era dantesco y, allí sentada para seguir no haciendo nada, y con las bragas en los tobillos, Clara lloró y lloró. Tras el báter, el lavabo, y tras el lavabo levantó la cabeza para enfrentarse al espejo. El espejo fue cruel. Clara no quería seguir mirando pero algo le impedía apartar la vista, algo le impedía parpadear. Absorta ante la imagen de sordidez que el reflejo devolvía decidió descansar. Decidir aturdida es sinónimo de fracaso..pero, al fin y al cabo, estaba acostumbrada a decidir, y por tanto, a fracasar. Pastillas, cuchillas, saltos al vacío... y al final del camino... ese jodido“Complejo de Atropos”. El móvil de Clara gritó para impedirlo y Clara lo dejó gritar.
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