¿Existe alguien a quien le gusten las bodas? Pero si hay personas que incluso odian su propia boda. Personalmente, siempre me han parecido algo atroz, algo realmente nocivo para románticas empedernidas a quienes la realidad las ha puesto en su sitio obligándolas a cambiar el vestido nupcial por el disfraz de escépticas. Son grandes desestabilizadoras de las psiqués resentidas. Y es que resulta harto difícil digerir tal empacho de dicha, resulta difícil no maldecir tu falta de suerte y casi natural envidiar la ventura ajena.
Y ahí estás tú, en sexto plano, verde de envidia, una envidia grande y pringosa que a su vez pringa a las féminas de la séptima fila y a las de la quinta columna. Mujeres horrorosas llenas de plumas, plumones y plumazos, brillantes por los barnices, y opacas en el alma. Mientras eres apuñalada juras y perjuras que nunca te convertirás en una de ellas, juras que mantendrás tu brillo virgen, alejado de barnices, plumas, plumones y plumazos.
Nunca soñé con ser una novia de las de verdad... por eso me tomé tan en serio mi Primera Comunión. Con la visión preclara de una cría de ocho años supe que, casi con toda certeza, sería la primera y la última vez en la vida en la que me vestiría de blanco, la primera y última vez que iba caminar orgullosa através de un largo pasillo hasta el altar con mis padres emocionados como testigos, la primera y la última vez en la que iba a prometer con toda la solemnidad del mundo algo a alguien que me iba a amar hasta la eternidad.
Recuerdo una tarde de invierno en el sótano de una casa de verano. Mi padre hablaba con mi madre puro en mano y semitumbado en su sofá azul... con gesto preocupado le preguntaba a mi madre: "¿Santi, tú crees que María se va a casar algún día? Yo no la veo. Yo creo que no"- a todo esto la pobre María estaba escondida en las escaleras y en cuclillas escuchaba a sus progenitores con los ojos abiertos como platos y se sentía como una auténtica apestada- Mi madre respondió: "No, yo tampoco lo creo. Ella es distinta. Ella es otra cosa. Ella es libre".
¿Ella es libre? ¿De qué demonios estaba hablando? ¿Implica el matrimonio la pérdida de libertad? Estaba hecha un lío porque íntimamente pensaba que no existía mayor expresión de libertad que elegir volitivamente entregar tu vida a la persona amada. El problema era encontrar a la persona amada, y claro está que ella te encontrase a ti.
Me han propuesto matrimonio tres veces. Y las tres veces me lo he tomado a coña, las tres veces se me antojaron como bromas de mal gusto y me hicieron sentir una violenta fuerza centrífuga que me empujaba a huir.
Entre amigotes nunca me he mostrado partidaria del matrimonio, de hecho, he sido una agresiva detractora del mismo. Cuando alguien me decía "me caso".. me ponía nerviosa, morada y me faltaba el aire antes de que metiese la pata hasta el fondo sin pretenderlo: "¿Estás segura? Es que eres muy joven". - Ups!!!. Se supone que debería haber expresado cuánto me alegraba... pero es que no me alegraba-
Ni me alegraba ni me alegro porque supongo que eso algo tan grande y tan bonito que no está pensado para que le pase a alguien como yo. Me escondo bajo un "detesto el boato kitsch de las ceremonias". Por eso-ejem- no me gustan las bodas.
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